martes, 24 de mayo de 2011

EMPIEZO A ELEGIR YO Y ÉL... TAN SOLO PUEDE MIRAR...



ELISA

No se a donde va mi vida…Hoy siento extrañeza…

Siete de la tarde. Decido que ya es hora de ir a votar. Llevo todo el día dejando pasar hora tras hora para hacerlo. -Después, en un rato, más  tarde, a la tarde…. Ahora-. Pensar, pensar, pensar… ¡¿Dónde está Osho?!

 El colegio electoral está enfrente de mi casa. Exactamente enfrente. Podría saltar desde la terraza y caer en él. Son las siete y decido bajar. Tengo que votar en la mesa 12B. ¡12B! ¡No tengo las papeletas!, el partido al que he decidido votar no las me las ha enviado a casa. No importa. Recorro los 200 metros hasta la puerta del colegio decidida, quiero estar contenta, no me siento segura, ¡pero estoy en mi vida, cada día más!, ¿porque entonces siento ansiedad? -Estoy nerviosa, creo que no respiro bien… pero estoy convencida, estoy preparada aunque me perturbe la situación- Me repito todo esto una y otra vez. Es una de esas situaciones, que vista en una película te hace exclamar -¡Si hombre, que casualidad!- bien, pues en la vida se producen esas casualidades… Entro y allí está,  El Presidente de MI  Mesa Electoral… allí está sentado el que se fue. Parece cansado. Me dirijo a las mesas donde están las papeletas,  nuestras miradas se cruzan y nos sonreímos “tranquilamente”. Me tiemblan las manos… ¡Vaya por Dios! Seguro que cuando tenga que introducir las papeletas se dará cuenta. Las elijo y las meto en los sobres. El sobre blanco no quiere pegar. ¡Mierda!. Saco la papeleta y cojo otro sobre. Espero que no me vea. El sobre blanco vuelve a pegar mal, no importa así se queda. Busco mi DNI y me dirijo a la mesa. Al entrar en la sala no había nadie esperando para votar en la 12B ahora sin embargo hay cola. Espero sonriendo, disimulo mis nervios con aparente seguridad…. Y  llega mi turno. –Hola-  me dice. –Hola- le digo. Le doy el DNI y él me sonríe. Finge leer mi nombre, pero sé que lo dice de memoria. Lo hace como si fuera un nombre más, como uno de los muchos que debe haber nombrado. Y me resulta paradójico. Yo sé que no es así. Que mi nombre tan solo me nombra a mí en su voz. Noto nerviosismo en sus manos, un color extraño y especial en su voz al decir Elisa…. Me nombra con la confianza de años y a la vez con la distancia de la que  ya no es… y noto que  está incómodo, que él tampoco se siente bien, y que como yo, piensa que es una situación increíble, desconcertante,  una broma de la vida. Unirnos en estos momentos de absoluta separación. Unirnos en un momento tan especial como es votar. Uno a cada lado de la mesa, como estamos en la vida, uno a cada lado. Me devuelve el DNI sonriendo… y me abre las urnas. ¡El me abre a Mí  las urnas para que yo vote! Y nuestras miradas se cruzan con la complicidad de la broma, con la certeza de estar viviendo un momento extraño, un momento regalado por la vida no se para que. Un momento común. Ante él yo elijo, elijo libremente lo que quiero, él es el testigo principal y lo único que puede hacer ya, el único poder que tiene es el de facilitar que lo haga. ¡A partir de ahora elijo yo! ¿Será por eso que la vida nos ha colocado a uno a cada lado de la mesa? Mis manos tiemblan mientras introduzco los sobres en las urnas. Intento disimular… y creo que lo consigo.
–Gracias- Me dice. Y yo sonrío.
–Adiós- .
-Adiós- me dice. Y me marcho segura, sin mirar atrás. Y allí le dejo, Presidente de la Mesa Electoral donde he votado. Y salgo a la calle y me siento triste. Y recuerdo esos 12 años de vida juntos… y lo dejo pasar. Intento no volver atrás. Dejar el pasado descansar. Tan solo es el Presidente de la Mesa Electoral donde he votado. Y los 12 años se esconde de nuevo en algún lugar de mí. Y respiro e intento que la ansiedad desaparezca. Y a medida que me alejo del colegio electoral me pregunto: ¿Y ahora donde ira mi vida? Evidentemente no en la misma dirección.  Respiro…

El resultado de las elecciones no me convence…

ISABEL

Cuando éramos niñas era yo la que hablaba sin parar. A penas dejaba pausas para que Elisa contestara.  Elisa me miraba con sus ojos marrones muy abiertos, sin intentar articular palabra. Sabía que era inútil.  Mis monólogos se reflejaban en su rostro. Yo sabía lo que pensaba por sus silencios y su quietud. Cuando lo consideraba oportuno comenzaba a caminar dejándome plantada,  y yo me enfadaba y la seguía…

-¡Elisa!-
-¿puedo caminar y escucharte, puedes tú hablar y andar a la vez?

Y yo me enfadaba. ¡Mis monólogos eran importantes y mi mejor amiga me dejaba con la palabra en la boca y se iba!  Yo corría detrás enfadada. Ella sonreía.

Si Elisa no hubiera emprendido el camino, mis palabras no nos hubieran dejado ir a ningún sitio, avanzar… Hoy ha sido ella la que ha hablado sin parar… Ni una pausa para mi, yo soy silencio mientras la escucho, no me muevo… Se que no debo emprender el camino porque hoy avanzaremos más si ambas nos quedamos quietas…

-El resultado de las elecciones no me convence- me dice Elisa
-Ni a mí.
-Tenemos  que hacer algo… Y Elisa se levanta y se va mientras habla y habla y habla y yo la sigo en silencio…. ¿La verdad? Las cosas están cambiando mucho...

El resultado de las elecciones no nos convence… en realidad es este sistema el que no nos convence...

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