jueves, 12 de enero de 2017

ELISA. El Conejo de Alicia.



Desde muy pequeña Elisa sentía que el mundo no estaba fuera sino dentro de sus tripas.

-Lo siento aquí- Me decía mientra se señalaba el pecho, el estomago y la tripa.- Sé que hay otras cosas, cosas indefinibles con nuestras palabras, imposibles de apresar con nuestras manos. Rápido, imposible de dividir en tiempo. Hay un mundo que está dentro de nosotros, y ese, es el real- Yo la miraba con admiración y sonreía. -Es como si tuviéramos el universo dentro del pecho- Seguía ella -Siento el infinito y la falta de gravedad. Siento como todo existe y todo es minúsculo, microscópico, tanto que no tiene limite y existe más allá de nosotros, más allá de cualquier cosa- Para entonces yo ya tenia el entrecejo arrugado, los ojos a lo japones y la boca como si algo me diera mucho asco. Entonces Elisa se reía, echaba a correr y volvía ser la niña de 12 años que era yo. Y yo lo agradecía, lo agradecía de corazón.

A los 14 años la sensación de la que Elisa me había hablado tanto se metió en mi estomago ¡Se metió! Era como un remolino que giraba. Como cuando te pones nervioso sin ningún motivo aparente. Muy seria y profunda le dije a Elisa -¡Lo noto, ya noto el universo dentro de mi!- Elisa arrugo el entrecejo, rasgo sus ojos a lo japones, puso boca de mucho asco y contesto -Ahora tienes que vomitarlo- ¡Ahora tienes que vomitarlo! Me había costado años tener dentro de mi ese inmenso universo y ella se limitaba a decir !Ahora tienes que vomitarlo! Cada vez que miro al cielo de mi terraza, y veo ese cielo entre rojos, azules, blancos, naranjas y negros, siento el remolino girar rápido, muy rápido. Intento sentir una arcada, la primera que me ayude a sacarlo fuera. Pero no llega. Solo puedo abrir los brazos, sonreír y recordar a Elisa. Escribir esto, y confiar en que tu cara siga tersa y relajada. Aunque tal vez arrugues la frente, rasgues tus ojos...

Lo primero en lo que pensaba Elisa cuando alguien le hablaba de Alicia en el País de las maravillas, era "El conejo de Alicia" ¡El conejo de Alicia! Nunca le gusto ese cuento a pesar de que en él una niña era transportada a otro mundo, un mundo irreal, surrealista, mágico y misterioso. Un mundo al que nadie tenía acceso. Así vivía ella. Tal vez por eso ese cuento le interesaba tan poco.

domingo, 4 de diciembre de 2016

ELISA. RESCATANDO...

La echo de menos.

Elisa y yo siempre quisimos ir al Tibet. Quisimos hacer muchas cosas. La mayoría de ellas se han quedado encerradas en ese tiempo verbal... "Quisimos". Hace un par de meses, Elisa hizo su mochila y se marchó. No lo avisó, ni lo anunció, ni lo pensó. Simplemente lo rescató de esa dulce cárcel de los deseos y lo hizo realidad. Se marchó a Lhasa. -"Estoy aquí"- Recibí un pequeño mapa de esa ciudad y sonreí.

Recibo cartas... Elisa me escribe siempre, con relatos íntimos entre ella y yo. "No hace falta tener dinero" "No hace falta que nadie te anime" "No hace falta esperar al momento perfecto" "No hace falta ser demasiado valiente" Estoy en el techo del mundo esperándote.

Cogí mi mochila vieja, es muy pequeña...mejor, así no me hará falta facturar.

sábado, 16 de julio de 2016

EN LA PARTE ILUMINADA DE ROSA DE MI CEREBRO. AMORES

Hay amores que tienen la profundidad de un pequeño charco y la gente cree tener un océano, el mío debía ser uno de estos.

Hay amores que son océanos y la gente los cruza con unas simples katiuskas.

Hay amores que son desiertos de arena blanca, y la gente se tumba a tomar el sol, otros se aventuran en él y lo cruzan sin descanso, sin agua y sin apenas mirar el paisaje.

Hay amores de colores que la gente ve en blanco en negro. Y amores en blanco y negro a la que la gente le inventa colores…

Hay amores de usar y tirar que la gente guarda para toda vida y amores de toda la vida que la gente olvida en las paradas de los autobuses.

Hay amores de juventud y sin juventud alguna, amores sin edad que se quedan perdidos en la cabeza del que los inventa…

Hay amores infinitos… Amores de los que a duras a penas se sale sin daño o sorpresa. Lo maravilloso es vivirlos, y para el dolor, si duelen, se inventan unas líneas… como estas.

EN LA PARTE ILUMINADA DE ROSA DE MI CEREBRO. AMORES

Hay amores que tienen la profundidad de un pequeño charco y la gente cree tener un océano, el mío debía ser uno de estos.

Hay amores que son océanos y la gente los cruza con unas simples katiuskas.

Hay amores que son desiertos de arena blanca, y la gente se tumba a tomar el sol, otros se aventuran en él y lo cruzan sin descanso, sin agua, sin apenas mirar el paisaje.

Hay amores de colores que la gente ve en blanco en negro. Y amores en blanco y negro a la que la gente le inventa los colores…

Hay amores de usar y tirar que la gente guarda para toda vida y amores de toda la vida que la gente olvida en las paradas de los autobuses.

Hay amores de juventud y sin juventud alguna, amores sin edad que se quedan perdidos en la cabeza del que los inventa…

Hay amores infinitos… Amores de los que a duras a penas se sale sin daño o sorpresa. Lo maravilloso es vivirlos, y para el dolor, si duelen, se inventan unas líneas… como estas.

jueves, 9 de junio de 2016

EN LA PARTE ILUMINADA DE ROSA DE MI CEREBRO

Mucho tiempo sin escribir. Sin escribir para el blog. La cabeza llena de cosas, llena de ideas, de palabras, de gentes, de voces...

Esta mañana iba en el 27, un autobús que recorre toda La Castellana. Me gusta porque me siento y me olvido. Es un trayecto que me descansa. Estaba mirando por la ventana y de pronto sentí un destello rosa dentro de mi cabeza... He descubierto algo maravilloso. ¡En mi cerebro hay parte iluminada de rosa de donde salen cosas como esta...!

Hace tiempo compre un pantalón corto que me gusto, me gusto mucho pero que bien podría ser de otra. Era rojo, por encima de la rodilla. Llegue a casa y me lo probé corriendo. Él me miró y comentó -"No parece tuyo, no pareces tú"- Dos meses después se marchó con otra, que muy bien podría haber sido la dueña del pantalón.

jueves, 24 de marzo de 2016

ELISA. UNA VIDA PEQUEÑA

Una vida pequeña.
Una pequeña casa, un coche pequeño.
Una terraza en la pequeña casa, y un armario pequeño que nunca termina de llenarse.
Amanece siempre a este lado del océano, donde la pequeña playa se confunde con el bosque que no es tan pequeño, y donde mi pequeña casa se abre con puertas y ventanas hacia la brisa del mar y olor de las flores, como si fuese el amanecer más grande que cabe en un solo día. Nos enseña ese pedazo enorme de sol y un camino pequeño que nos conduce hasta el mar.
Una pequeña vida, una pequeña mano cogida a la mía.
No se la diferencia entre una vida grande o una vida pequeña. No lo sé. Antes si, pero quizás estaba confundida.
Cuando éramos pequeñas, ella y yo, pensábamos que las vidas grandes son las que tienen muchos espectadores, tantos que se escapan de la realidad y se esconden entre las líneas de los libros. Pensábamos que las vidas grandes no se entretienen con cosas pequeñas, sin entender muy bien que era eso de “no entretenerse”. Las vidas grandes no se agarran a manos pequeñas, porque necesitan tener sus manos libres y abiertas…sus manos siempre ocupadas no pueden agarrarse a nada. No viven en pequeñas casas, las vidas grandes necesitaban de casas grandes. Las vidas grandes están llenan de voces, de ciudades, de sonrisas, de miradas… Eso es lo que pensábamos cuando éramos pequeñas. Ahora que somos grandes, la diferencia entre los tamaños se nos ha ido perdiendo cada año un poquito más, y apenas es imperceptible. Puedo abrir la ventana, a este lado del océano, puedo salir a la playa que me llevara al bosque…
No hay demasiadas miradas, las justas, aquellas a las que correspondo. Hay sonrisas, las justas, aquellas a las que yo correspondo. Hay ciudades, las justas, aquellas que conozco de verdad. Y hay espectadores, los justos, porque poco importa aquello que tiene que medirse por número.
La manita pequeña que me acompaña hasta el mar tiene la mirada más amplia y grande que yo haya visto nunca. Ella es el espectador que hace que mi vida sea tan grande como soñé cuando era pequeña. Y subir esa pequeña colina en un día de sol junto a ella, hace que yo sea la más grande protagonista de la vida más grande.
Yo tengo el don de la vida, sin tamaño, solo vida.

lunes, 22 de febrero de 2016

ELISA. LAS VENTANAS.




Elisa quiere vender su casa de la playa.

No puedo evitar sonreír. Me encanta esa casa. No tiene nada que ver con la que será mi Casa en Malibu, pero aún así me gusta. Dice que no puede abrir la ventana. Eso puede parecer absurdo, o trivial, o ridículo. Pero si la conocierais, os daríais cuenta lo que importante que es.

-Me gusta ver amanecer- Me dice Elisa -Me levanto antes que el sol, y como hace frío no bajo a la playa. Miro por la ventana. Miro el sol saliendo del agua y acariciando mi casa. Abro la ventana y dejo que el viento entre en mi habitación. El viento siempre me habla de cosas, de esas cosas que tú y yo sabemos. Por eso es tan importante abrir la ventana. Hace dos días no puede, ni ayer tampoco, ni tampoco hoy. Se ha quedado encajada. Eso es una señal.

-¿Una señal de que?. Le pregunto.
-Cuando una cosa ya no cumple su función. ¿De hacer?
-Abrir otra ventana- Le contesto.
-Pero las demás no dan al mar. Es esa la que deja entrar la brisa y el viento... sin el viento... lo sabes-

Lo se. Claro que lo se. Cuando eramos niñas nos escapábamos al bosque. Sobre todo los días en los que soplaba el viento. Nos quedábamos sentadas en una enorme piedra. En silencio. Yo miraba al cielo, buscaba el espacio libre que dejaban las ramas de los arboles. Pero Elisa miraba al suelo.
-¡Mira! escucha como se mueven las ramas- Le gritaba yo.
-No. Escucha como suena el suelo- me contestaba ella.
-¿El suelo?-

Elisa decía que el viento le traía todas las pisadas que había sobre ese suelo. Y con las pisadas, las voces de los que iban dentro de esos zapatos. Y con las voces, las vidas de los que anduvieron antes por allí. Y con esas vidas, Elisa aprendía.

-No quiero una casa donde las ventanas se atasquen- Me dice.
-Sal por la puerta a la playa-
-No solo hay que poder salir sino que también hay que poder entrar-
-Elisa, entras y sales por la puerta-
-Isabel, se entra y se sale por las ventanas-

Y me callo. Si Elisa dice que se entra por una ventana, ahí hay un misterio. Mañana mismo lo haré por mía.

Elisa venderá su casa de la playa, seguramente después de llamar a un cerrajero.