lunes, 20 de octubre de 2014

El Don de la Facilidad.

Hace unas semanas hable con Elisa de mis dudas sobre “Mi facilidad”, sobre “Mi sencillez”, sobre “Mi simpleza”. Ella reía.
Anoche tranquilamente salí de casa y me reuní con ella.
-Voy a contarte una leyenda- Elisa sonreía… Es de las que nos gustan. Una guerrera, Tamahai, perdió el más preciado Don que poseía por darle el valor que los demás le dieron.
-Cuando comenzó a caminar poco importaba donde colocaba cada paso. Sus pies se acompasaban, serenamente, sin duda y sin descanso. La tierra se hundía bajo su peso en la medida justa para volver a impulsarla hacia adelante. Sabía que tras ella, vigilante, aguardaba su espada. Ella poseía El Don de la Facilidad, sin embargo, no había sido capaz de clavar su espada en una tierra húmeda y porosa. Una tierra que la acogía amable. Una tierra se abría para acoger la cola de su falta. La espada había rebotado como lo hacía el balón cuando era niña. Siguió caminando y dejo atrás el arma. Pisadas sobre tierra húmeda, pisadas sobre la nieve, sobre la hierba, sobre el agua. Cuenta la leyenda que ella no dejo de caminar hasta que hubo recuperado su don. Cuando lo hizo, ya no tuvo nada hundir en la tierra.