martes, 27 de diciembre de 2011

UN ESPECTADOR, COMO EN EL TEATRO.


ISABEL 

A los 14 años decidí ser actriz y Elisa NO. Desde que éramos muy pequeñas yo había dicho que lo sería. Elisa me miraba seriamente, después cerraba los ojos y asentía. Nunca dijo nada. Tan solo asentía con los ojos cerrados. Todavía hoy me pregunto el significado de ese gesto, no he logrado comprenderlo. Cuando estrene mi primera obra de teatro Elisa me abrazo con los ojos cerrados y asintió. A los 14 años decidí ser actriz y Elisa no. Entonces yo comencé a estudiar en un lugar diferente al suyo.
ISABEL. Ahora no estaremos juntas.
ELISA. Tu y yo siempre estaremos juntas.
Nosotras estuvimos muchos separadas.
ISABEL. ¿Porque no vienes a estudiar conmigo?
ELISA.  Porque yo aun no se que quiero ser de mayor.
ISABEL. Pero nos hacemos mayores… algo tendrás que ser.
ELISA. Bueno de momento seguiré siendo yo.
ISABEL. Voy a estar sola allí.
ELISA. Tú nunca estarás sola. A ti no te va a faltar nada en la vida.
ISABEL. Eso tú no lo sabes.
ELISA: Creo que hay personas a las que nada les falta….Siempre son amadas. No se bien porque pero es así, y  creo que tú eres una de ellas. ¡Yo te quiero como no van a quererte!.
Y entonces no supe que contestar.

Llevo un año y medio separada. Al principio no me daba cuenta cuando la gente me preguntaba “¿ahora estas sola?”. Yo contestaba –Si-  La verdad es que era una respuesta automática porque durante todo el proceso de separación nunca he estado sola. He sido muy amada. . He tenido a mi pequeña, a mi familia y a mis amigos. Siempre he tenido buenos y grandes amigos que me han amado. ¿Por qué asocian no tener pareja con la palabra soledad?  Elisa tenía razón. Ella volvió conmigo cuando me separe, aunque no estuviera físicamente a mi lado, Elisa nunca se ha separado de mí.

Con ocho años Elisa y yo discutíamos mucho, era yo quien discutía, Elisa caminaba delante de mi, muy seria, con paso rápido, y yo a la carrera hablaba y hablaba, y cuando habíamos llegado al lugar donde Elisa quería llegar se paraba en seco y me contestaba: --Cuando te distancias de algo tienes más capacidad para reflexionar sobre ello- Bien, ahora tengo más distancia. Creo que algo no va bien con el Amor. ¿Por qué tenemos que vivir en pareja? ¿¿Por qué pensamos que el amor de dos es el más sublime? ¿Por qué creemos que cuando no tenemos pareja estamos solos? ¿ Por qué pensamos que cuando vivimos en pareja no lo estamos? ¿Por qué siento que me he  perdido en la palabra amor? ¿Qué es el amor? Hace año y medio deje de vivir en pareja,  deje de tener una pareja,  deje de ser “amada”… Y  desde entonces he vivido y sentido mucho amor y mucho desamor también.  Al perderlo creo que lo he ganado. No recuerdo el nombre de la película donde escuché esta reflexión. La actriz era Susan Sarandon y le decía a otro personaje.- ¿Sabes porque nos casamos? ¿Sabes porque creo que nos empeñamos en compartir la vida con una persona aunque algunas veces esto nos haga felices? Porque necesitamos tener un testigo, un espectador de nuestra vida. Alguien mirándonos constantemente. Alguien que certifique nuestra existencia, que la comparta día y noche, y que  con su mirada y su presencia la haga real y valiosa, un espectador de primera fila- Creo que hay mucho de eso en las uniones que establecemos. Al convivir te sientes protagonista de tu vida porque hay otro que la mira, como en el Teatro. Si no hay nadie, “nadie” como  solemos entenderlo, “nuestra pareja”, ¿Qué pasa? ¿Hay vacío? ¿Inexistencia? Pienso que todo esto nos influye. El Amor es más amplio. Nuestras vidas necesitan ser vividas plenamente, manifestar el amor en todo el esplendor que representa. Creo que nos hemos perdido… no es que no valore el amor de dos, pero creo que se ha convertido en una  palabra pequeña  en la que nos refugiamos, y al hacerlo nos perdemos lo que realmente representa. El amor es amplio, extenso, libre,  generoso, puede asentarse sobre muchas personas diferentes, puede asentarse sobre el universo entero. Si no estas metido en esa pequeña parcela de amor de dos,  parece que estas fuera de él,  que estas solo,  ¿resulta extraño verdad? Desde que  perdí a mi pareja, siento que el amor es otra cosa.  Se espera que tenga otra pareja, que me enamore, que conviva con alguien, que ame. Pero es que yo ya amo, yo ya convivo con alguien, yo ha estoy enamorada… Estoy enamorada de la vida,  estoy segura de que volveré a enamorarme de un hombre,  pero no se si volveré a convivir con alguien.  Desde luego no quiero perder el tesoro tan hermoso que he encontrado: El amor es algo más. Estoy segura de que sabéis de lo que hablo. Cuando se lo cuente a Elisa cerrará los ojos y asentirá, estoy segura.


sábado, 17 de diciembre de 2011

CUIDANDOTE

Para la mujer que me hizo los dos regalos más importantes y maravillosos de mi vida.
Para Calixta.

viernes, 2 de diciembre de 2011

LA SABIDURÍA DE LAS ARENAS


ELISA

CUENTO SUFÍ. LIBRO, LA SABIDURÍA DE LAS ARENAS. OSHO


Un arroyo, desde su nacimiento en las lejanas montañas, después de atravesar todo tipo de paisajes, alcanzó por fin las arenas del desierto. Igual que había cruzado todas las demás barreras, el arroyo trató también de cruzar esta, pero se encontró que en cuanto se adentraba en la arena, sus aguas desaparecían.
 Sin embargo, estaba convencido de que su destino era cruzar ese desierto, y de que a la vez no había manera de cruzarlo. Entonces una voz oculta, que salía del mismo desierto, le susurró: “El viento cruza el desierto, e igualmente puede hacerlo el arroyo”.
El arroyo objetó que estaba arremetiendo contra la arena, pero que sólo estaba siendo absorbido; que el viento podía volar y  que gracias a ello podía atravesar el desierto.
“Arremetiendo, de tu manera habitual, no podrás atravesarlo. Desaparecerás o te convertirás en una marisma. Debes dejar que el viento te lleve a tu destino.”
“¿Pero cómo puede esto suceder?”.
“Dejando que el viento te absorba”.
Esta idea no era aceptable para el arroyo. Después de todo, nunca antes había sido absorbido. No quería perder su individualidad, y una vez que la hubiese perdido, ¿cómo iba a saber si podría volver a recuperarla?
“El viento”, dijo la arena, “cumple esa función”. Evapora el agua, la transporta a través del desierto, y después la vuelve a dejar caer. Al caer en forma de lluvia, el agua se vuelve a convertir en un río”.
“¿Cómo puedo saber que esto es verdad?”
“Así es, y si no me crees, no podrás convertirte más que en un cenagal, e incluso eso te costará muchos, muchos años; e indudablemente no es lo mismo que un arroyo”.
“¿Pero, no puedo seguir siendo el mismo arroyo que soy hoy?”
“No puedes seguir así en ninguno de los casos”, dijo el susurro. “Tu parte esencial es transportada y vuelve a formar un arroyo. Tú recibes el nombre que tienes, incluso hoy, porque no sabes que parte de ti es la esencial.”
Cuando el arroyo escucho esto, comenzó a resonar un cierto eco en sus pensamientos. Débilmente, recordó un estado en el cual él —¿o era una parte de él?— había sido sostenido en los brazos del viento. También recordó —¿lo recordó?— que esto era lo que realmente había que hacer, aunque no necesariamente lo más obvio.
Y el arroyo hizo ascender su vapor hacia los acogedores brazos del viento, que suavemente y con facilidad le llevaron hacia arriba y a lo lejos, dejándole caer suavemente en cuanto alcanzó la cima de la montaña, muchos, muchos kilómetros más allá.
Y como había abrigado sus dudas, el arroyo fue capaz de recordar y grabar con más fuerza en su mente los detalles de la experiencia.
Él reflexionó. “Sí, ahora he conocido mi verdadera identidad”.
 El arroyo estaba aprendiendo. Pero las arenas susurraron: “Nosotras lo sabemos, porque lo vemos suceder un día tras otro y porque nosotras, las arenas, nos extendemos desde la orilla del río por todo el camino hasta la montaña”.
Y por eso se dice que el camino por el que el arroyo de la vida tiene que continuar su viaje, está escrito en las arenas. 
 

A raíz de mi separación, a raíz de una experiencia dura, transformadora, una experiencia que no permite continuar donde estabas, que hace temblar y caer los cimientos de tu vida, a raíz de experiencias así, todos nos movilizamos. Yo decidí hacer las cosas de otra manera, buscarme después de ello, descubrir quien era yo realmente, no mantenerme en el recuerdo del un pasado que ya no estaba, no obligarme a permanecer en un ser que tal vez se había quedado atrás. Yo quería que ese cambio hiciera mella en mi vida, quería dejarle pasar, actuar, quería que no fuera en vano. A veces a raíz de una experiencia dura nos removemos lo hacemos durante un tiempo, pero el ser se asusta, se acomoda y con suavidad y discreción, sin que apenas lo notemos vuelve a donde a estaba. Y entonces la experiencia apenas sirve, la oportunidad se queda en un pequeño aliento y te preguntas si ha merecido la pena. Yo sigo atenta cada día, cada instante intento que no me atrape la costumbre y que lo que he vivido, duro, me lleve más lejos, me transforme.

Leo mucho a Osho, Isabel me lo enseñó. Encontré este cuento en uno de sus libros, y enseguida reconocí en él mi propia vivencia. Y como el arroyo, la esencia de lo que soy permanece. El cambio trajo mucho sufrimiento, como cuando mi madre se fue, pero en ambos casos han sido un regalo del cielo.