domingo, 15 de diciembre de 2013

LA INMORTALIDAD


ISABEL


Hubo una vez un hombre lo suficientemente bueno, cuyo mayor deseo era ser un buen místico y alcanzar la Inmortalidad. Cada día de la semana se levantaba con ese propósito, cada mañana practicaba su mantra, fiel a él, pues le abriría la puerta a la Inmortalidad. Ese hombre tenía una hija de la que cuidaba tres días a la semana. Era amoroso con ella, pero hasta en su cuidado él la intención ponía en su propia evolución. La providencia hacía cinco años que ya le había abierto la puerta a su ansiada Inmortalidad, pero ese hombre no la veía aunque la llevaba cogidita de la mano tres días a la semana.

                                                                                         Dedicado a Mhama Rácho.

domingo, 17 de noviembre de 2013

ELISA, LA DESCONFIANZA.

Me ha quedado desconfianza.

Elisa y yo hemos bajado a la playa. Hacía un par de meses que no venía por aquí, a su casa en el mar. Me gusta este sitio. No esta lejos de mi ciudad y cada vez que vengo parece que hubiera viajado a otro país, a otro mundo. Cien kilómetros se convierten en la distancia justa que me transporta hacia un universo donde todo es más sincero, más verdad, más sereno, un mundo que llega desde mi infancia y del amor de Elisa,  y entonces descanso.

-Me ha quedado desconfianza- Esas han sido las primeras palabras que ella me ha dicho. Esta vez soy yo la que no tengo ganas de hablar, y Elisa en cambio, sin dejar de mirarme, toma prestados mis silencios.

-Pensaba que lo conseguiría, que esa pérdida se llevaría con ella tan solo la presencia física de alguien. Pero se llevo mi confianza. Ahora estoy alerta ante cualquier gesto extraño, ante cualquier situación que no comprendo o no recibo con claridad. Necesito de la dulzura del gesto...  de la honestidad... necesito de la verdad aunque sea fea. Quizás no estoy preparada... No lo se.

Y yo no se que decirle. Es un ser tan dulce y sensible, tan amable y tierno que me gustaría cogerle el mar entre las manos y entregárselo como cuando eramos pequeñas , y con mis manitas le llevaba un puñadito de agua de la orilla, y le decía -Mira Elisa te he cogido todo el mar- Y ella me creía.

Elisa se ha acercado al agua, hace frío pero ha metido los pies.

-¿Sabes Isabel? No voy a tener prisa.

jueves, 7 de noviembre de 2013

SONRIE!!!!




Pues porque si. Porque parece que la vida divide caminos... pues caminemos, y encontremos otro lugares. Y que la voz que cante sea la nuestra. Para ti y para mi, mi dulce Marta.

martes, 22 de octubre de 2013

ISABEL. UNA PUERTA.

Hoy he tenido un inmenso cielo azul  para mi sola.

Eran las ocho y media y amanecía. El tiempo ha empeorado y llovía, pero he salido a la terraza. A veces creo que mi terraza es la puerta hacia un lugar mágico y misterioso.  Es por la luz, es una luz especial que le da un toque de irrealidad. El cielo azul y gris de esta mañana me ha hecho sentir única, especial y valiente. Ese espacio consigue que me sienta así muchas veces. He pensado en Elisa,  porque este tipo de cosas son más cercanas a ella que a mi. Pero ahora pasamos mucho tiempo juntas y cada vez tengo mas silencios y ella  tiene mas palabras.

La primera vez que Elisa vino a casa y salio a la terraza se quedo inmóvil, en el centro, en silencio, aunque eso no sea ninguna novedad, y después de mirar al cielo, sonriendo me dijo - Si algún día necesitas una puerta aquí la tienes- Ahora necesito una puerta. Una puerta para salir del miedo, de la inseguridad, del agobio que supone formar parte de esta gran masa asustada, de este grupo que pelea cada día por vivir libremente. Y me gustaría agarrar el pomo, abrirla y marcharme. Por eso he salido a la terraza, a disfrutar de esa luz sutil y diferente, a dejarme llover y mirar por este cielo de Madrid, a sentir,  y agradecer sinceramente tener que despertar a mi hija, abrazarla y llevarla al colegio.

Esa puerta es toda mi casa.

domingo, 8 de septiembre de 2013

UNO, DOS Y TRES. ELISA E ISABEL

Teníamos ocho años. Mi madre pensaba que eramos demasiado pequeñas para cualquier cosa. Yo tengo una hija de casi ocho años y a veces pienso lo mismo. Otras en cambio, cuando la observo detenidamente, me doy cuenta de lo capaz que es, de la gran dimensión que en realidad tiene, la misma que teníamos  Elisa y yo a su edad. Me recuerdo entonces, y al hacerlo,  me resulta mas fácil reconocer a mi hija.

Elisa quería perderse en el bosque. Normalmente llegábamos hasta el rió y después regresábamos. No debíamos cruzarlo porque  llevaba mucha corriente... Eso decía mi madre. Pero Elisa quería saber que había mas allá. Me pase todo el camino hablando .Ella tan solo caminaba en silencio como siempre. Al llegar al río se paro un instante, se quito los zapatos, los dejo sobre una piedra y se introdujo en agua. Yo estaba completamente asombrada, no esperaba que Elisa  hiciera eso. Ella caminaba segura sin mirar atrás. Apenas luchaba contra la corriente. No avanzaba en linea recta, el agua la desviaba hacia la derecha, pero lo hacía segura. Paro en medio del río. Se dio la vuelta y me miro. El agua bajaba veloz alrededor de sus piernas, pero no la hacia caer. Elisa sonrió, dio media vuelta y llego a la otra orilla. Yo no sabia que  hacer. Solo podía mirarla a ella frente a mi, al otro lado, y mirar sus zapatos sobre la piedra. Elisa me grito: -¿vas a dejar que te lleve la corriente?-  me quite los zapatos, los deje junto a los suyos y me introduje en agua. Podía sentir la fuerza con la que me rodeaba, era un abrazo fuerte que me hacia caminar segura. Sin dificultad llegue al otro lado. Estaba nerviosa y feliz por lo valiente que habíamos sido. Elisa comenzó a andar.
-Esto va a ser mucho mas difícil- me dijo.  El suelo estaba lleno de  hierbas, palos y piedras. Nos dolían los pies al caminar. -¿Sientes como pincha? y a esto no le teníamos miedo- me dijo Elisa.  Se sentó en el suelo. Yo seguí caminando, no me importaba hacerme daño en los pies después de haber conseguido atravesar el río. -La próxima vez tráete los zapatos-  le dije. Elisa se levanto y siguió caminando a mi lado. Ese día llegamos a casa por camino nuevo, descalzas. Cuando volvimos al día siguiente para buscar los zapatos, no los encontramos. Pensamos que tal vez se los llevo la corriente.

sábado, 24 de agosto de 2013

SIN NUDO

ISABEL

Había una vez una niña que no era capaz de atarse los cordones de los zapatos. No era capaz de escribir una frase completa. Tampoco  era capaz de dibujar un caballo que pareciese minimamente un caballo. Pero sin embargo era capaz de volar. Podía volar su cometa horas y horas , muy alto, tan alto que desde abajo solo era un cordón que parecía elevarse a ninguna parte. Lo envolvía en su muñeca suavemente y corría con ella montaña abajo. Había una vez una niña capaz de volar sujeta a un cordón muy largo. Capaz de recordar los nombres de todas las personas que conocía. Capaz de saber lo que guardaban en el corazón tan solo al escuchar sus nombres. Ella creció. Y no aprendió a atarse los cordones de los zapatos, ni a escribir grandes frases, ni a dibujar nada que se pareciera a la realidad . Pero lo verdaderamente extraordinario de esta historia, es que a sus padres eso nunca les importó, y la dejaron  crecer volando montaña abajo.

Cuando la miro a ojos y le susurro mi nombre ella sonríe y me da un dibujo. Y no siempre se que es.

domingo, 11 de agosto de 2013

EL CAMINO MÁS LARGO.


ELISA


Creo que el hombre evolucionado será un  hombre absolutamente sencillo. Pero tenemos que recorrer el camino hacia la sofisticación, hacia lo complicado, hacia lo oculto, hacia la manipulación, tenemos que dejar que la mente se expanda, se recree, y crezca, y lo domine todo para llegar a la humilde conclusión de que todo es absoluta sencillez.

¿Por qué no hacer una pregunta directa para recibir una respuesta directa?
Por miedo.
Nos asusta recibir esa respuesta escueta y sencilla que nos abriría mil puertas y nos llevaría a la paz, aunque no fuera la respuesta deseada. Nos asusta que no se ajuste a lo esperado, y por ello preferimos elegir el camino mas largo, y caminarlo entre luces y sombras. Quizá será más emocionante este camino largo. En él se vive incertidumbre, misterio, duda, emoción, espera… tal vez sea más vibrante que el camino corto, ese que se resuelve con la respuesta sincera a una pregunta directa.

He  dudado mucho tiempo sobre que camino es mejor, quizá no mejor, sino más satisfactorio. Supongo que para cada uno de nosotros habrá uno distinto. Yo viví un tiempo usando el camino corto. Y tengo que reconocer que era un tiempo de valor, donde el miedo no tenía mucho espacio. Ante las dudas formulaba las preguntas concretas y recibía las respuestas directas. Unas veces eran respuestas alentadoras y otras no, y cuando no lo eran esas respuestas negativas me hacían avanzar mas rápido y sentir respeto. Luego vino un tiempo de indecisión y de  miedo, y deje de hacer preguntas directas. Empecé a formularlas dentro de mi cabeza  y responderlas también dentro de mi cabeza dejando fuera a la persona implicada, y dejando que mi mente elucubrara discursos, discursos que rara vez coincidían con la verdad. Y sé que era un tiempo de miedo, por que era el miedo el que me llevaba a no formularlas y me robaba tiempo y luz. Un tiempo de pensamientos enredados, de conclusiones equivocadas y de poner palabras ajenas en las voces de otros. Ahora creo que el miedo va pasando y aunque sigo enredándome en pensamientos con voces ajenas, cada día un poco más la pregunta directa se coloca delante y soy capaz de articularla.

¿Porque no somos capaces de usas sencillamente la verdad? Hasta en la duda, en el miedo, en la incertidumbre, ¿porque no somos capaces? Mostrando esto, esta debilidad, seriamos mas libres, porque no daríamos la opción de que otros nos pensasen y si lo hicieran tan solo se engañarían a ellos mismos.

Elisa ha llegado a casa. Traía una tableta de chocolate negro porque sabe que me encanta. Se ha sentado frente a la venta y apenas sin mirarme ha soltado todo esto. Hablaba y yo solo he escuchado. Cuando el silencio ha sido lo suficientemente largo como para indicarme que había terminado. He formulado mi pregunta:

¿Qué pregunta no te atreves a hacer?

lunes, 22 de julio de 2013

¿LIBRE ALBEDRIO?


Paso por este lugar muy a menudo. Es una plaza bulliciosa porque en ella esta la estación de Atocha y el museo Reina Sofía. Sus cuatro cruces me fascinan. Sobre todo el que yo utilizo más; La esquina del museo. Para mi es una pequeña muestra del mundo. Cuando paso por allí, el tiempo se detiene y los 40 o 50 segundo que puedo utilizar para cruzar se convierten en horas. En un instante percibo todo, puedo ser capaz de ver y sentir muchas cosas a la vez…. Eso creía...

Esta mañana he salido pronto porque íbamos de viaje a la Coruña. Aunque era temprano ya había mucha gente, mucha actividad.  Fije mi atención en el primer semáforo, lo he mirado muchas veces… espero al verde para pasar,  y sin poner intención  he visto el agujero que tiene en la cabeza el muñequito rojo cuando esta encendido. La selección la ha hecho mi cerebro, no yo, no me había fijado antes. -¡Esta roto!- He pensado, ¿llevara mucho así? Cabeza hueca…. Roja…. Y no he podido evitar pensar en las señales…. Tengo la cabeza hueca cuando se me prohíbe,  cuando se me dice lo que puedo o no puedo hacer… mi cabeza se convierte en un espacio vacío…. La señora de mi derecha me mira y yo la sonrío ¿me he reído en voz alta? ¡Me he hecho gracia! Y he pensando en Fernando diciéndome…”Gaudi no seas tan intensa”.  Y entonces lo entendí… volvió la intensidad Fernando... volvió.

La física cuántica dice que todo ocurre a la vez pero seleccionamos aquello que queremos vivir, aquello de lo que queremos ser conscientes, la selección es inconsciente la mayoría de las veces. Mientras cruzaba la calle lo entendí: ¡La vida es como la televisión a la carta!. Podemos elegir los programas que vemos, tenemos el mando… tenemos poder para mirar lo que deseamos, para desechar lo que NO, algunos lo saben y saben como utilizar ese mando, otros no.

Todos tenemos el mando de nuestra a televisión a la carta pero no sabemos como usarlo.

Empecemos a  tocar los botones, a mirar, y a ver que pasa.

martes, 11 de junio de 2013

ISABEL. CON LA CASCARA DE UNA NUEZ.



Cuando era pequeña hice un barquito con una cáscara de nuez, un palillo y plastilina. Lo metí en la bañera para comprobar si flotaba. Y flotaba. A veces se llenaba de agua y aun así flotaba. Era maravilloso ver como aguantaba con todo el cascaron lleno de espuma y risas.

Cuando bajamos a la playa me lleve el barquito conmigo y sin pensarlo demasiado lo metí en el mar, las olas lo arrastraron tan fuerte y tan rápido que no pude volver a cogerlo. Sentí mucha pena y mucho miedo por mi pequeño barquito de nuez. Podía verlo en la distancia, se movía mucho con movimientos bruscos pero no se hundía. Poco a poco deje de verle y me puse tan triste que me eche a  llorar. Me sentía muy mal por haber dejado una cosita  tan pequeña a merced de un mar tan grande. Lloraba por el miedo que debía sentir mi pequeño barco. Por no haber sabido cuidarlo mejor.  Mi madre se acerco a mí. Me abrazo muy fuerte, tan fuerte como abraza una madre. Le conté como me sentía y el miedo que me deba pensar en mi pequeño barco zarandeado por el mar.

-No te preocupes quizá ser tan pequeño le ayude a llegar muy lejos. No pondrá resistencia, se dejara llevar, pasara inadvertido, y poco a poco llegara a otra playa.

-¡No podrá, el mar lo hundirá!

-Tal vez no. Tal vez solo se de la vuelta,  y flotando suavemente llegue a  la otra orilla como una simple cáscara de nuez.

Los ojos de mi madre brillaban tan intensamente que supe que así seria, que mi  pequeño barco sabría navegar y llegar muy lejos. No me importaba que al llegar a la costa no pareciese un barco, me importaba que llegara.

-Las cosas pequeñas son fuertes porque nadie  repara en ellas. El mar no le prestara atención y el barquito llegara muy lejos.

-Seguramente sentirá miedo

-Seguramente. Pero eso no le impedirá seguir flotando

Mi madre volvió a la arena y yo permanecí toda la tarde mirando al horizonte, imaginando donde estaría  esa pequeña cáscara de nuez que levaba mis pensamientos muy muy lejos.

Cuando tengo miedo, me acuerdo de él.

jueves, 30 de mayo de 2013

ISABEL. YO YA NO SE.


Ojala yo estuviera también cerca del mar.

Anoche Elisa llamo. No paraba de hablar. Hablaba demasiado para ser ella, y tan solo pude contestar –“yo ya no se. Las cosas que funcionan para unos no lo hacen para otros"

Elisa dice que se ha cansado de hablar sobre como vivir, sobre como se deben afrontar las situaciones, sobre lo que es ser valiente o cobarde, sobre cual es la formula idónea para vivir plenamente... Dice que se ha cansado, y que ese cansancio no le permite sentir claro.- ¿porque las personas preguntamos tanto, Isabel? ¿Por qué preguntamos en vez de experimentar? Esas preguntas disculpan nuestros retrasos. Hasta yo lo hago, respondo en vez de experimentar-

Elisa es la persona más constante que conozco. Cuando cree en algo lo vivencia y lo defiende  vehementemente. Su discurso es conciso. Te escucha y cuando terminas tan solo dice -¡hazlo!- Y esa palabra se te clava como un aguijón que escuece y pica y duele y  pesa.
Hazlo.

¿Conoces esa sensación de saber algo con toda certeza aunque la realidad te demuestre lo contrario? ¿Saber que algo es como no parece? Yo siento certezas que no tienen realidades y me abruma y  me ponen triste, porque no se como explicármelo, tan solo lo siento. Creer lo contrario de lo que los hechos te muestran como real es la cosa más inquietante que existe porque te hace dudar de ti.

Y yo solo pude contestarle…. Yo ya no se. ¡Hay que jorobarse!



domingo, 19 de mayo de 2013

ELISA. LAS MULETAS




Esta noche tengo que llamar a Isabel.

Desde que era niña tengo una gran facilidad para abstraerme. Puedo desarrollar toda mi actividad diaria sin dificultad, y sin embargo estar en Babia como decía mi madre. La mayor parte del tiempo lo paso viajando, y viajo por dentro por eso no se me nota, y por eso nadie se entera. Puedo hacer todo lo que tengo hacer sin estar aquí.  A veces creo que mi verdadera vida no la comparto con nadie, creo que mi verdadero yo existe sin que nadie le mire. Aunque está Isabel.

¿Podrías vivir sin que nadie te mire? ¿Os habéis hecho esta pregunta? Yo se la hice a Isabel cuando pequeñas. Me producía mucha curiosidad saber si las personas somos capaces de vivir sin tener espectadores que sean testigos de nuestra vida. Creo que NO nos educan para ello. Y esto está íntimamente ligado con la Libertad. Nos educan para vivir con la mirada ajena siempre encima, con el apoyo o la critica, o la aprobación ajena. Y se vive  mejor cuando nadie te mira.

Esta mañana decidí ir al trabajo caminando. Mi oficina no esta lejos y el camino es muy agradable si lo hago por la playa. La primera persona con la que me cruce llevaba muletas. Caminaba con dificultad, supongo que no esta muy acostumbrada a ellas. La segunda persona con la que me cruce también llevaba muletas, en esta ocasión tan solo una. Parecía más acostumbrado y avanzaba con facilidad. La tercera persona  también llevaba muletas, y la cuarta y la quinta y la sexta. Entonces me di cuenta que no era normal. En el instante que pensaba  en ello me cruce con una niña que no llevaba muletas. Entonces dude. ¿Era real o tan solo era en mi mirada? ¿Por qué todos parecen necesitar un apoyo para caminar? ¿Por qué un niño no? Parece una contradicción, un niño es más dependiente…. Necesita a sus padres. No lo es si se lo permitimos.

Al llegar a la oficina me sentía desorientada. Cada uno de mis compañeros tenia a su lado un par de muletas, algunos tan solo una, y tan solo dos de ellos, no las tenían.

Entonces pensé como cuando era pequeña y confiaba en que la vida me enseñaba sus misterios de la manera mas extraña. Y volví a tener fe. La tuve  y le di verdad. ¿Porque no podemos ser capaces, CAPACES de verdad? Capaces de ser y luego estar. Capaces de desarrollarnos individualmente y luego compartir. Porque no nos sale. ¿Tenemos que estar al lado de alguien para seguir con la vida? ¿Y una libre elección? Pasamos de los padres, de la familia, a los novios y parejas  y a crear otra familia. No permanecemos casi nunca solos. ¿Eso nos aterra? No nos enseñan a ser libres. Siempre agarrados a una muleta que nos hace más fácil caminar. ¿Por qué no las tiramos y comprobamos que pasa?

La libertad esta dentro.

jueves, 11 de abril de 2013

ISABEL. EL VUELO DE LA MARIPOSA




Hace mucho tiempo, un día me desperté y encontré una sensación nueva revoloteando en mi estomago. Era la certeza absoluta de que algo sorprendente iba a ocurrir. De que iba a producirse un cambio inminente, renovador, alucinante; un regalo de la vida. Esa sensación se instala en el estomago. Una vez que lo hace, ya no desaparece nunca. A veces crees que si, que no esta, que se marchó, pero cuando la olvidas, vuelve a aparecer.

No se explicarlo mejor Antes creía que era la intuición, una voz profunda y silenciosa  que venia a avisarme de lo nuevo. Pero lo realmente sorprendente es que la mayoría de las veces, ¡¡¡no pasa nada!!! Nada perceptible al menos, nada que puedas reconocer e identificar con esa sensación. Nada que cumpla esas expectativas. Así pasas años sintiendo que algo va a ocurrir, y lo que pasa es el tiempo.

Me desconcierta. Es una sensación verdadera, si la habéis sentido, sabéis de lo que hablo, la tenéis en el estomago, en las tripas,¡¡¡ Ahora!!! ¡¡¡Esta apunto de pasar!!! Y aparentemente nada pasa.

Yo creo en la magia de la vida. Creo en los milagros que se producen en cada instante. Creo en la existencia de esa sensación y lo que ocurre es que  tal vez no sepa usarla. ¿Alguno de vosotros sabe? He pensado, a veces, que es el aviso para ponerse en marcha, para emprender, para confiar, para realizar los sueños porque en ese instante se harán realidad,  como el aviso del despertador por la mañana para que te levantes. Ese revoloteo en el estomago te dice que es el momento. Y lo que  pienso en estos días, en los que tengo el estomago lleno de mariposas,  es que me he equivocando esperando a que el milagro se produzca esperando a que llegue mi regalo, a que lo fascinante me visite, por que ese milagro, ese regalo, solo puedo realizarlo yo. Como el despertador que suena  cada mañana, pero soy yo la que tengo que apagarlo y ponerme en pie.

Siento revolotear las mariposas en el estomago, y no son porque este enamorada, las mías no son por eso, sino porque tengo al alcance aquello que deseo. Flaquean las fuerzas, por eso le pido a la mariposa que vuele muy alto y  me lleve con ella. Yo voy a ponerme en pie, pero por favor aligérame el peso.

¿Me entiendes?

sábado, 6 de abril de 2013

ELISA. EL MIEDO




Cuando era pequeña creía que en el silencio se encontraban todas las respuestas. Me quedaba sentada en el suelo del baño, y con los ojos abiertos miraba hacia dentro. Hay había un mundo de respuestas sin preguntas. Yo tenía las respuestas y no sabía a que preguntas respondían. Cuando trataba de encontrar preguntas, los ojos se me cerraban, y volvía a la realidad de mi baño, a las voces de mis hermanos tras la puerta, a la risa de mi madre y al silencio de mi padre. Y entonces las preguntas fluían y se colocaban en mi cabeza. Tarde mucho tiempo en saber coordinar ambas cosas, y lo cierto fue, que al poco de conseguirlo, me hice mayor y me marche de casa, y perdí mi baño, y su suelo, y las voces de mis hermanos, y la risa de mi madre, y el silencio de mi padre. Y con el cambio, estúpidamente, olvide callarme y escuchar.

Isabel siempre ha hablado más que yo. Y fue durante todos esos años en los que estuvimos separadas en los que yo, quizá por cubrir la ausencia del sonido de su voz, alce mía. Palabras, palabras, palabras. Al volver a encontrarme con ella volvió el silencio y encontré otro suelo donde poder sentarme. Y al abrir los ojos volvieron las respuestas y al cerrarlos sonaron las preguntas. Pero he recuperado el don que encontré de pequeña y poco a poco voy siendo capaz de poder emparejarlas.

Hoy el miedo se agarro a mi estomago. ¡Como cambio mi vida! De un golpe seco y brusco. Hoy el miedo se agarro a mi estomago con un sabor amargo que lo inunda todo. Pero sin embargo la vida es igual que ayer, nada ha cambiado, nada importante, pero estoy asustada. He entrado en mi baño y sentada en el suelo con los ojos cerrados he sentido mi miedo, luego he abierto los ojos y no he encontrado ninguna pregunta. Tengo miedo, miedo porque el sonido que tengo es el de fuera, porque me mimetizo con lo que me rodea y porque me olvido de confiar en quien  soy. Cuando era pequeña, era Isabel la que se asustaba. Entonces yo comenzaba a caminar, muy rápido.

¿Sientes el frío Isabel? ¿Sientes el viento?

Y ella asentía con sus ojitos abiertos y su sonrisa triste.

Pues ahora vamos a correr y si nos caemos no nos levantamos ¿vale?

Isabel corría mucho más rápido que yo y curiosamente era yo la que caía. ¡Ella nunca se cayó! corría y corría y cuando se daba cuenta de que me había dejado atrás en el suelo, paraba en seco, se reía y volvía a buscarme.

¿Te has hecho daño?

No

Siempre te acabas  cayendo. Y eso que no corres rápido.

¿Y tu miedo?

Entonces ella sonría y yo sabia que lo había dejado atrás.

Voy a salir al parque y a correr un poquito, tal vez hoy no me caiga, y si lo hago el miedo quizá siga corriendo y me deje atrás.

domingo, 17 de marzo de 2013

El Misterio de la Vida. Elisa.


El misterio de la vida es que es muy simple,  nosotros somos muy complicados, de esa diferencia nacen todos los problemas.
No voy a encender la luz.

La otra noche no podía dormir. A veces  me obsesiona la sencillez que siento en la vida que me rodea y lo complicado, que a la vez, resulta todo. Si no pienso, y siento, y actúo, las cosas fluyen, se desarrollan, avanzan…. Y en cambio cuando pienso lo hago con todo lo que se, con lo que soy, lo bueno y lo malo, lo acertado y lo equivocado, y entonces me inmovilizo y a penas fluyo,  me atemorizo, me pierdo, y me complico. Pensaba mientras intentaba dormir en no pensar, y entonces escuche una voz en mi cabeza: “El misterio de la vida es que es muy simple, nosotros somos muy complicados, de esa diferencia nacen todos los problemas”.  Me levante a escribirlo porque tenía miedo de no recordarlo si no lo escribía.

Por la mañana llame a Isabel y le conté.  Ella se quedo en silencio. Parecía yo, cuando éramos pequeñas ella hablaba y yo caminaba. Esta mañana yo hablaba e Isabel callaba.

Isabel. ¿Qué sentido tiene que seamos complicados? ¿Si lo somos es porque tiene sentido que así sea?
Y conteste sin pensar:  Es un don que aún no hemos aprendido a utilizar.