viernes, 27 de mayo de 2011

PARADOJAS

Sonríe...


SIN LA MIRADA AJENA


ISABEL

He llamado varias veces a Elisa pero no responde. Es extraño, ella contesta siempre a mis llamadas. Es la primera vez desde que volvió que no lo hace. Tal vez este ocupada, o no lo escuche, o… no se que pensar… tampoco sé porque me preocupo. ¡Elisa y sus silencios!

Entra un mensaje en mi móvil  -Estoy triste-. Vuelve a ser la Elisa de siempre, concreta y escueta. Siempre he admirado la capacidad que tiene para definir las cosas con muy pocas palabras, solo las precisas. Es un don no perderse en los discursos. Yo me pierdo entre las palabras, no he conseguido aprenderlo de ella. En el colegio cuando la profesora necesitaba saber algo de la clase siempre, siempre,  preguntaba a Elisa. Elisa lo expresa todo con sus silencios. Es capaz de transmitir lo que siente o lo que piensa tan solo con el movimiento de su cuerpo. Podría decir que su silencio es pura melodía. ¿Veis? Ya estoy enredándome con las palabras…

Vuelvo a llamar…. No responde. ¿Para que me dice Estoy triste si no va a hablarme? ¿Me preocupo? ¿Permanezco alejada esperando a que ella llame? No se que hacer.  No se porque no se encuentra bien. Todo marcha. Cada día esta más fuerte, más segura, más feliz, mas convencida de su vida, entusiasmada con todo lo puede hacer. ¿Por qué entonces? Tal vez haya pasado algo que yo no sepa… ¿Samuel?  No. Samuel está ahí, lejos, pero  esta… Elisa  quiere que  esté,  ¿entonces?

Cuando éramos niñas. Una mañana mientras caminábamos al colegio Elisa muy seria me pregunto - ¿Qué harías si yo desapareciera? ¿Qué harías si no pudieras verme aunque yo estuviera a tu lado?

Isabel: ¡¿Qué?!
Elisa: ¡Si!, imagina que yo éxito pero tu no me ves... ¿Qué harias? ¿Seguirías creyendo en mí?
Isabel: ¿Existes pero yo no te veo?
Elisa: Si
Isabel: ¿Pero se que estas?
Elisa: Si
Isabel: Pues no se… supongo que seguiría tratándote igual
Elisa: Yo creo que no,  que acabarías por olvidar que estoy ahí. A veces me gustaría que nadie me viera para comprobar si yo sería capaz de seguir viviendo. ¿Serías capaz de vivir sin que nadie te mirara?
Isabel: Pero si nadie me ve ni me mira tal vez no exista
Elisa: ¡Siii! imagina… ¿Serias capaz de vivir sin que nadie te mirara? ¿Solo para ti? ¿Por la propia vida?
Isabel: Ya
Elisa: yo creo que tenemos familia, amigos, novios, creo que nos rodemos de gente para que sea espectadora de nuestra vida. Por que si no tuviéramos gente a nuestro alrededor no seriamos capaces de seguir viviendo. Es como si de nuestra vida hiciéramos un teatro para que los demás lo vieran.  ¿Entiendes? El día que yo consiga vivir sin que nadie me mire creo que ese día seré realmente real.
Isabel: Ya
Elisa.: Si alguna vez tengo novio le pediré que no  me mire
Isabel: Seria mejor que no tuvieras novio, tal vez él no quiera dejar de mirarte
Elisa: Si me quiere, dejara de mirarme, pero no me dejara. No quier tener novio tan solo para tener un espectador constante
Isabel: Ya, Jo Elisa
Elisa: Ya ¿Qué?
Isabel: ¡que tengo que pensarlo! ¡Buffffff!

Ahora he recordado esta conversación. Teníamos 10 años y yo estuve durante días obsesionada con la idea de que Elisa desapareciera o de que a mi la gente no me viera. –-Mami ¿estoy aquí verdad? –Claro- contestaba mi madre. – ¿Tú siempre estarás conmigo, mirándome verdad?- -claro cariño-. Y pensé -Elisa es idiota- Pero mi madre se marchó cuando yo era muy joven, demasiado joven…

Isabel. -Puedes seguir ahí, aunque estés callada yo te veo-, decido mandar este mensaje.

Suena el teléfono.

Elisa: Eres idiota. ¿Te has acordado? Nunca me respondiste a esto.
Isabel: Creo que aún sigo pensándolo
Elisa: Me siento triste. Hoy siento pena por la vida que he dejado atrás. Por el compañero que he perdido, por descubrir que nuestra relación no era como yo la vivía. ¿Recuerdas cuando pensaba que tendría un novio que no me miraría pero estaría a mi lado? No te rías. Pues fíjate si soy idiota. Voy para allá, estoy dispuesta a tomarme no uno, sino varios pisco sawer.
Isabel: Bien.

¡Como me alegro de que Elisa venga! Cuando llegue desapareceremos juntas.

martes, 24 de mayo de 2011

EMPIEZO A ELEGIR YO Y ÉL... TAN SOLO PUEDE MIRAR...



ELISA

No se a donde va mi vida…Hoy siento extrañeza…

Siete de la tarde. Decido que ya es hora de ir a votar. Llevo todo el día dejando pasar hora tras hora para hacerlo. -Después, en un rato, más  tarde, a la tarde…. Ahora-. Pensar, pensar, pensar… ¡¿Dónde está Osho?!

 El colegio electoral está enfrente de mi casa. Exactamente enfrente. Podría saltar desde la terraza y caer en él. Son las siete y decido bajar. Tengo que votar en la mesa 12B. ¡12B! ¡No tengo las papeletas!, el partido al que he decidido votar no las me las ha enviado a casa. No importa. Recorro los 200 metros hasta la puerta del colegio decidida, quiero estar contenta, no me siento segura, ¡pero estoy en mi vida, cada día más!, ¿porque entonces siento ansiedad? -Estoy nerviosa, creo que no respiro bien… pero estoy convencida, estoy preparada aunque me perturbe la situación- Me repito todo esto una y otra vez. Es una de esas situaciones, que vista en una película te hace exclamar -¡Si hombre, que casualidad!- bien, pues en la vida se producen esas casualidades… Entro y allí está,  El Presidente de MI  Mesa Electoral… allí está sentado el que se fue. Parece cansado. Me dirijo a las mesas donde están las papeletas,  nuestras miradas se cruzan y nos sonreímos “tranquilamente”. Me tiemblan las manos… ¡Vaya por Dios! Seguro que cuando tenga que introducir las papeletas se dará cuenta. Las elijo y las meto en los sobres. El sobre blanco no quiere pegar. ¡Mierda!. Saco la papeleta y cojo otro sobre. Espero que no me vea. El sobre blanco vuelve a pegar mal, no importa así se queda. Busco mi DNI y me dirijo a la mesa. Al entrar en la sala no había nadie esperando para votar en la 12B ahora sin embargo hay cola. Espero sonriendo, disimulo mis nervios con aparente seguridad…. Y  llega mi turno. –Hola-  me dice. –Hola- le digo. Le doy el DNI y él me sonríe. Finge leer mi nombre, pero sé que lo dice de memoria. Lo hace como si fuera un nombre más, como uno de los muchos que debe haber nombrado. Y me resulta paradójico. Yo sé que no es así. Que mi nombre tan solo me nombra a mí en su voz. Noto nerviosismo en sus manos, un color extraño y especial en su voz al decir Elisa…. Me nombra con la confianza de años y a la vez con la distancia de la que  ya no es… y noto que  está incómodo, que él tampoco se siente bien, y que como yo, piensa que es una situación increíble, desconcertante,  una broma de la vida. Unirnos en estos momentos de absoluta separación. Unirnos en un momento tan especial como es votar. Uno a cada lado de la mesa, como estamos en la vida, uno a cada lado. Me devuelve el DNI sonriendo… y me abre las urnas. ¡El me abre a Mí  las urnas para que yo vote! Y nuestras miradas se cruzan con la complicidad de la broma, con la certeza de estar viviendo un momento extraño, un momento regalado por la vida no se para que. Un momento común. Ante él yo elijo, elijo libremente lo que quiero, él es el testigo principal y lo único que puede hacer ya, el único poder que tiene es el de facilitar que lo haga. ¡A partir de ahora elijo yo! ¿Será por eso que la vida nos ha colocado a uno a cada lado de la mesa? Mis manos tiemblan mientras introduzco los sobres en las urnas. Intento disimular… y creo que lo consigo.
–Gracias- Me dice. Y yo sonrío.
–Adiós- .
-Adiós- me dice. Y me marcho segura, sin mirar atrás. Y allí le dejo, Presidente de la Mesa Electoral donde he votado. Y salgo a la calle y me siento triste. Y recuerdo esos 12 años de vida juntos… y lo dejo pasar. Intento no volver atrás. Dejar el pasado descansar. Tan solo es el Presidente de la Mesa Electoral donde he votado. Y los 12 años se esconde de nuevo en algún lugar de mí. Y respiro e intento que la ansiedad desaparezca. Y a medida que me alejo del colegio electoral me pregunto: ¿Y ahora donde ira mi vida? Evidentemente no en la misma dirección.  Respiro…

El resultado de las elecciones no me convence…

ISABEL

Cuando éramos niñas era yo la que hablaba sin parar. A penas dejaba pausas para que Elisa contestara.  Elisa me miraba con sus ojos marrones muy abiertos, sin intentar articular palabra. Sabía que era inútil.  Mis monólogos se reflejaban en su rostro. Yo sabía lo que pensaba por sus silencios y su quietud. Cuando lo consideraba oportuno comenzaba a caminar dejándome plantada,  y yo me enfadaba y la seguía…

-¡Elisa!-
-¿puedo caminar y escucharte, puedes tú hablar y andar a la vez?

Y yo me enfadaba. ¡Mis monólogos eran importantes y mi mejor amiga me dejaba con la palabra en la boca y se iba!  Yo corría detrás enfadada. Ella sonreía.

Si Elisa no hubiera emprendido el camino, mis palabras no nos hubieran dejado ir a ningún sitio, avanzar… Hoy ha sido ella la que ha hablado sin parar… Ni una pausa para mi, yo soy silencio mientras la escucho, no me muevo… Se que no debo emprender el camino porque hoy avanzaremos más si ambas nos quedamos quietas…

-El resultado de las elecciones no me convence- me dice Elisa
-Ni a mí.
-Tenemos  que hacer algo… Y Elisa se levanta y se va mientras habla y habla y habla y yo la sigo en silencio…. ¿La verdad? Las cosas están cambiando mucho...

El resultado de las elecciones no nos convence… en realidad es este sistema el que no nos convence...

viernes, 20 de mayo de 2011

LA LIBERTAD



Elisa y yo nos conocemos de toda la vida. Cuando éramos muy pequeñas una profesora nos pregunto en el colegio que queríamos ser de mayor. ¿Isabel que vas a ser de mayor?  Yo muy segura de mi misma  conteste –Actriz- . –Ah, muy bien. ¿Y tu Elisa, tú que quieres ser de mayor? Y Elisa muy serena contesto. –“yo quiero ser libre” y la profesora se quedó con la boca abierta  mirando a Elisa. Ni un – ¡Ah!- para ella. No supo que decir…Pasó al siguiente niño como si Elisa no hubiera contestado nada. Elisa sonrió y miro a sus compañeros buscando  aprobación.

-¿Por qué nadie ha dicho nada de lo mío? Me preguntó al salir de clase…-Es que eso no se estudia en ninguna sitio. ¿Cómo vas a aprender a ser libre? ¿Quién te enseñara? ¿Ya somos libres no?- Le conteste. Elisa me miro muy enfadada. -No somos libres. Y si, si se estudia,  yo voy a aprender y cuando sea mayor seré libre y tú tan solo serás una actriz. –Bueno, eso es lo que yo quiero ser- seguimos caminando sin volver a mirarnos.

Al llegar a casa Elisa le contó a su madre lo ocurrido. Y al día siguen cuando íbamos al colegio Elisa me dijo. -¿Sabes lo que me ha dicho mi madre?- ¿De que? Le pregunté.-De ser libre. Que ser Libre es mucho más difícil que ser actriz y que soy muy valiente por haberlo elegido. Siendo libre podré ser lo que quiera y tu solo podrás ser actriz-. Elisa consiguió enfadarme, enfadarme de verdad. -Pues no me importa porque yo solo quiero ser actriz-. Ese día no nos hablamos, estábamos enfadadísimas. Cada una pensaba que su elección era la mejor. Al llegar al colegio algunos de mis compañeros se burlaron de mí. –Quiere ser actriz,  para eso hay que ser muy guapa, y tú no lo eres- yo me sentí muy mal. Era verdad que yo no era muy guapa, pero no entendía porque les sorprendía mi elección, para mi era mucho mas extraño que quisieran ser abogados… médicos… profesores…. Ser actriz era maravilloso porque podría ser muchas personas diferentes. Al volver a casa Elisa y yo seguíamos enfadadas –Al menos recordaban lo que tú vas a ser de mayor, nadie se ha acordado de lo que yo quiero ser- me gritó Elisa intentando animarme, pero fue mucho peor. -Cuando sea Libre se van a enterar. Cuando sea libre… te ayudaré a ser actriz-

Estábamos viendo la televisión y hablando sobre lo que está ocurriendo en la calle, el movimiento ciudadano,   al ver a toda esa gente sentada en la calle, expresándose, he recordado ese día en el que nos preguntaron en el colegio que queríamos ser de mayor. Se lo he recordado a Elisa  y me ha dado un abrazo.

-Tú ya lo has conseguido. Y yo... Hace casi once meses de mi separación, y ahora empiezo a sentirme libre de verdad. Siento  la soledad como un paso hacia lo que quiero, y hacia quien soy. Respiro bien, camino ligera, intuyo el camino y avanzo alegre. Se que puedo hacer lo que quiera, se que puedo elegir entre un montón de posibilidades… que es real mi vida sin él, que no le necesito, que no le echo de menos, que no está, y no me importa. Que me tengo y me gusto, pero sobre todo, que hoy más que nunca, entiendo el significado de la palabra Libertad. No es externo es interno, La libertad es una sensación en el alma, en las tripas…. Ahora se porque quería ser libre cuando era pequeña, y estoy en el camino de conseguirlo. ¿Recuerdas que me decías que eso no se estudiaba en ningún lugar, que nadie podía enseñártelo? No es verdad, se estudia si observa la vida, y te lo enseñan las personas con las que convives.  Es una enseñanza sutil, casi imperceptible, pero cuando quieres apréndelo la recibes. Muchas personas me han enseñado a ser libre a lo largo de mi vida. No con sus discursos sino con sus hechos y sus experiencias. Muchas veces con sus incoherencias,  sus errores. El amor que se fue me enseñó dejándome sola… Tengo que admitir que al hacerlo me recordó el deseo de la niña que fui con siete años. Con el dolor que me ha provocado, con su abandono y su vida, me ha hecho sentir la mayor ausencia de libertad que nunca he tenido, y hoy al despertarme he vuelto a sentir en mí, en mis tripas con mayor intensidad  lo que significa ser libre.

El domingo hay elecciones… mucho movimiento buscando un cambio…. ¿sabes quien es el presidente de la mesa electoral donde tengo que votar? El que fue mi amor. Si, no te rías. ¡El universo tiene mucho más sentido del humor que yo! Todo se mezcla. ¡Que casualidad! Soy libre Isabel. Ahora a ver que hago con ello.  Pensé en no votar por no hacerlo con él. Pero entonces traicionaría mi libertad. Cada día me afecta menos su presencia,  se está quedando atrás. El sueño que tuve con siete años se hace poco a poco realidad y me siento libre. Libre para votar o no… pero por mi.
Seamos libres y actuemos desde ahí, y que pase, lo que tenga que pasar.



lunes, 16 de mayo de 2011

DESEO, ABSOLUTO DESEO


ISABEL
Escucha  esto Elisa… “No te preocupes por hacer realidad tus sueños… ocúpate de hacer realidad tu vida”

ELISA
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ISABEL
Busca un camino de arena…. Si, de arena.

Yo buscaré un camino de arena. Creo que es mejor que el polvo manche mis zapatos. Últimamente he caminado caminos de asfalto y al llegar, mis zapatos estaban tan limpios que  parecía que no hubiera caminado. El cuerpo si mantenía la información del esfuerzo, pero el paisaje apenas cambiaba, y mis zapatos permanecían limpios. Hoy voy a buscar un camino de arena. Me acuerdo de mi abuela. Algún día te contaré lo que me enseñó.

Seguramente habrá piedras, socavones, desniveles, pendientes… seguramente será un camino irregular el de arena. Habrá polvo, ensuciará no solo mis zapatos, ensuciará mis piernas, mi ropa, mi pelo. El paisaje variará en el verde, en el marrón, en el azul, los colores de la naturaleza. Si tengo suerte encontraré montañas. ¡Me gustan las montañas! Y me cansaré. Y tal vez me pierda porque en esos caminos no hay señales, solo posibilidades y opciones a elegir. Y caminaré a mi ritmo porque no habrá prisa por llegar a ninguna parte, y cuando lo haga, cuando llegue... descansaré para volver a caminar. Si buscaré un camino de arena Elisa…

ELISA
Siempre pensé que a los 44 años tendría muchas respuestas, y para mi asombro lo único que tengo son muchas preguntas…

ISABEL
¿Denso, no?  Luego me cuentas de Samuel… y de ti

ELISA
¿Por qué luego? ¡Ahora! Le echo de menos. ¡Cómo le echo de menos! Mi cuerpo le echa de menos.

Llevaba casi once meses sin pensar en el sexo. Para mí el sexo estaba unido al amor. A mi amor… al amor que se fue y  dejó a aturdido a mi cuerpo, perdido en su costumbre. Llevaba once meses  sin sentir mi cuerpo vivo, deseoso de amor o de caricias.  Las caricias pasadas, los besos y  el desamor estaban demasiado presentes. Todas las palabras desalentadoras sobre nuestro amor y nuestro sexo me abrazaban tan fuerte que  mi cuerpo era incapaz de reaccionar... No me fijaba en los hombres. No estaban en la misma realidad  que yo… sólo el recuerdo de mi amor, sus ojos, sus manos… su voz, su cuerpo…. ¡Voy a respirar!

Ahora, cada día está más lejos.  Siento que se pierde en el presente y que pasa a ser pasado, que ya no es mi amor, ya no es el que era mi amor, ni siquiera es el que se fue. Hoy aún no se como definirlo, ¿que nombre tendrá en mi vida Isabel? ¿Cómo le llamaré? No… no lo digas… (Elisa sabe perfectamente como  le llamaría yo)  La verdad es que no quiero definir nada… no quiero nombrar... seguramente sólo tendrá su  nombre propio…. Quizás… No lo se. ¡A la porra!   Ya no forma parte de mi cuerpo. Ya no me abrazan sus brazos ausentes, ni escucho sus susurros, ni siento sus besos ni sus caricias. ¡Hoy mi cuerpo es mío! Ya no está dentro, lo he tenido tan dentro que se ha perdido en mí. Espero que se que acomode y se quede ahí, como un recuerdo de algo maravilloso y feliz, un amor que fue grande para mí. Pero mi cuerpo ya no le añora, no le desea. Al contrario ¿sabes que sería incapaz de tocarle? Desde la noche de San Juan no he vuelto a tocarle, ni siquiera le he rozado ni he permitido que él lo haga. No le deseo, no le recuerdo dentro, no recuerdo sus caricias ni sus besos, ni sus manos. Mi cuerpo llama y desea a otro nombre, y puedo nombrarle… ¡y me siento bien y libre!

Samuel se ha impuesto vigoroso y firme ante ese desamor. Y echo de menos sus labios, y sus manos, y su cuerpo, y su risa….y le deseo. ¡Sí, no me mires con esa cara Isabel! Yo también estoy sorprendida de la rapidez con la que mi cuerpo se ha despertado y ha conectado con otro. Doce años haciendo el amor con la misma persona, y después de once meses, mi cuerpo desea lo nuevo, lo impredecible, lo desconcertante….

Samuel está lejos. Al principio me gustó que así fuera… pero ahora le deseo y no puedo tenerlo. Y aquí esta mi mente otra vez dirigiendo el asunto. Conseguí acallarla mientras hacíamos el amor. Solo mi sexo estuvo presente, sólo mi cuerpo. Por eso fue  fácil y amoroso el contacto con él. Ahora la mente quiere más y me inquieta y me mete prisa. Lucho con la sensación de deseo descontrolado, con la ansiedad de mi cuerpo.  Trato de imponer la belleza de la espera, el disfrute de lo vivido, y la realidad de lo que es. Y la mente me habla y dice -Estuvo bien, muy bien, más, más, más-. Y mi ser sonríe y le dice -sí, habrá más-. Llegará, pero mientras lo hace disfruto del placer de esperar… y lucho a través de la rendición ante lo que es Deseo, absoluto Deseo

Hace unos meses un amigo me acompañó a comprar un “juguetito”  pero el desamor y la tristeza no me animaron a usarlo. Ahora la presencia de ese hombre es tan fuerte que tampoco me anima…. ¡Gasto tonto!...de momento.  Prefiero esperar… esperar sus manos…. ¡Dios! Me callo. Como Carmen dice … juega… juega… y mi cuerpo respira feliz y  tranquilo mientras Samuel llega  hasta él… y jugamos…

viernes, 13 de mayo de 2011

¡DIOS MIO, MENOS MAL QUE NO HE DESAYUNADO!


ELISA:

¿Isabel tú meditas?

ISABEL

¿Meditar?
  
Desde los catorce años estoy intentando meditar. No lo he conseguido. No he conseguido meditar como debe hacerse. Es decir: sentada, con la espalda recta, las piernas cruzadas  y los brazos sobre ellas. Conseguir dejar la mente en silencio… imposible. Lo único que he conseguido es ponerme tremendamente nerviosa, histérica. Sentada y preparada, concienciadísima  y… mi mente aumentaba su velocidad de pensamiento y mi cuerpo se quejaba, así no estoy cómoda, así tampoco…. ¿cómo era posible que alguien como yo no lo consiguiera?  Me he esforzado mucho.


He leído. He probado una y otra vez,  nada, es imposible. Alguno de mis amigos, esos que si lo hacían y lo hacían bien me animaba... –Isabel es cuestión de práctica y disciplina-. ¡Ya!. Con los años  descubrí que a mi lo que me iba era meditar en movimiento… si, haciendo cosas. Cocinando por ejemplo.  Cocinando conseguía aquietar mi mente, dejar de lado los pensamiento y vivir el presente plenamente… Alguno de mis amigos, los que si meditaban,  decían….-bueno… eso… no es exactamente meditar…te relaja y ya está- Y otra vez la frustración. ¡Puede meditarse en movimiento, yo lo se!… pero no estaban muy de acuerdo conmigo. –Debes centrarte en la respiración- ¡Vale! Respiraba, respiraba con consciencia, respiraba contando… ¡Dios! y  acababa asfixiándome, de verdad, cuanto más conciencia ponía en la respiración mas me ahogaba.  Así que frustrada dejé de intentarlo, de intentarlo de la manera tradicional. Porque siempre he meditado en movimiento.

En los últimos tiempos entre tus cosas, Elisa, y las mías, que tampoco han estado muy bien, he necesitado meditar. Ahora no por pensar que es bueno, o que se debe… no, si no  porque lo necesito, porque mi mente me ha cansado. Porque cuanto mas pienso mas me alejo de la verdad de las cosas. Porque gasto energía en pensamientos que no me conducen a nada, que no me aportan, que me distraen, que me esconden y me ocultan quien soy en realidad. He sentido la necesidad de meditar de verdad. Estoy leyendo a Osho, ¡maravilloso!, y he descubierto sus Meditaciones en Movimiento. ¡Meditaciones en Movimiento! por fin, más vale tarde que nunca. ¡Hay otras opciones! Entre en su pagina Web y las revisé todas. Son  fantásticas. Hay diferente opciones para que se ajusten a cada uno de nosotros. Te lo recomiendo. Y encontré la mía. ¡Maravillosa!  Whirling Meditación. Sí señor, esta era la mía. ¡Estaba segura! ¿Conoces la danza de los Derviches? Esta meditación esta basada en ella. Giran y giran durante horas entrando en trance. La música, el movimiento, la belleza de esa quietud que no para…. Mire el video demostración. No parecía difícil.

Eran las 9 de la mañana. Mi hija se acaba de ir al colegio. Lo vi varias veces y pensé vamos allá. Hice exactamente lo que me indicaba el video. Comienzas con las manos cruzadas sobre el pecho, saludas, comienzas a girar colocando la palma de la mano derecha hacia arriba y la izquierda hacia abajo, con los ojos abiertos y la cabeza ligeramente inclinada hacia la derecha. Comienzas girando lentamente y vas aumentando la velocidad. Es fascinante como todo gira a tu alrededor a una velocidad vertiginosa. Mi salón daba vueltas pero yo no me movía. Sentía la quietud de mi centro. Mi centro estaba inmóvil, pero todo a mí alrededor giraba. Iba muy rápido. Era el exterior el que se movía no yo. Tenia que acomodar mis pies y mis caderas para que no me molestaran al girar. Perdí la conciencia del exterior, solo inmovilidad, quietud y NADA. Debía llevar quince minutos girando ¡¿sabes lo que son 15 minutos girando?! Inténtalo… debía llevar ese tiempo y el miedo apareció. Empecé a pensar de repente, sin aviso… tuve dudas, y empecé a perder el equilibrio…. Ya no conseguía sentir firme mi centro. –Bien ya esta bien por hoy. Según el video ahora debo ir recogiendo los brazos y parar, cuando este quieta bajaré  hasta el suelo, tengo que pegar el ombligo al suelo con los brazos extendidos y la cara apoyada  y permanecer un tiempo….no es difícil, lo difícil ya lo he hecho-  Y fui parando, lo tenía todo muy claro… ¡Dios! No conseguí cruzar mis brazos, no baje hasta el suelo,  ¡sino que caí como un saco de patatas!, pero no al suelo, sino contra las paredes, los muebles… era incapaz de encontrar el suelo ¿Dónde estaba?.. No dejaba de golpearme con todo lo que tenía a mí alrededor  mientras me reía y pensaba… “Dios menos mal que no he desayunado”. Cuando conseguí encontrar el suelo y mantener la horizontalidad. Mi estomago recorría mi cuerpo como si no supiera donde ubicarse perdido entre mis costillas, mis piernas, mi boca…  y volví a pensar “Dios menos mal que no he desayunado” permanecí en el suelo bastante rato, no por elección, era incapaz de moverme, imposible…. cuando conseguí sentarme estaba hecha polvo, mareada, palida, aturdida…. pero feliz porque había girado. Lo había conseguido, y te aseguro que durante esos quince minutos logre acariciar lo  que sienten los Derviches. Quiero danzar así….

 Os dejo este video, y si lo intentáis,  por favor ¡hacedlo con el estomago vacío!



jueves, 12 de mayo de 2011

CON MIS MANOS... Y CON LAS SUYAS...

ELISA
Con todos los SIS que nos ofrece la vida.... para que empeñarnos en los NOS.






ISABEL
Por que sí... porque los dos me encantan. Un regalo.



martes, 10 de mayo de 2011

ANANDA, EL EXTASIS


ISABEL

Hoy he vuelto de Asturias. He vuelto nueva. Bellos paisajes. Un mar despierto. Apenas ha llovido y muy buena compañía. Varias veces he estado a punto de llamar a Elisa. Pero no lo he hecho.- Si me necesitara me llamaría- pensaba. Dos días sin oír su voz. Estoy segura de que ha estado bien. ¿Qué habrá pasado?  Iba con miedo. -Cuando llegue a la estación soy capaz de pasar de largo y saludar con la mano, como la reina, sin dejar de sonreír- Me repitió varias veces mientras hacia la maleta. Estaba nerviosa. Temblaba por dentro. –Se que si lo consigo romperé un vinculó muy fuerte con él. Le dejaré atrás, mi cuerpo le dejará atrás. Será Samuel quien esté en mí y esto me hará avanzar. Además me gusta ese chico, que coño-  Le gusta. Lo sé.  Recibí un mensaje escueto, “todo va”. Ella llega esta tarde. Estoy deseosa de saber. Creo que si hubiera ido mal Elisa estaría  ya en casa, por lo tanto…

Yo estoy tranquila. Necesitaba salir de Madrid, de la monotonía del paisaje. A veces esta ciudad me apaga la vista, me adormece. Tengo tanta costumbre de mirarla que dejo de hacerlo. Me desinteresa el tráfico, el ruido, la prisa, la gente… echo de menos la belleza. Siempre ha sido importante para mí estar rodeada de belleza.  Se que la belleza es distinta para cada uno de nosotros. Yo necesito el verde, el mar  y las montañas. Sobre todo las montañas. De allí vengo, y vengo bien, sonriendo.

ELISA

En el tren me di cuenta de una cosa divertida. ¿Sabes eso que dicen de “ya estas otra vez en el mercado”?. –Si- le digo. Pues creo que ya estoy otra vez en el mercado.

Me gustó la idea de  tardar 5 horas en llegar. Me dió tiempo para saborear cada instante de mi proceso. De vivir mi ilusión, mi miedo, mis nervios, mi torpeza, mi inseguridad, y mi excitación. Porque pensar en Samuel me excita. Me gusta ese chico, Isabel. Fueron 5 horas llenas  de todas estas sensaciones. Y el tiempo se puso de mi lado y pasó lentamente. Intenté dormir y no pude. Me puse a leer  mi libro de Osho,  El libro de la Nada. Tienes que leerlo. Es todo Isabel, todo de una manera sencilla  y ejemplar, complicada y difícil de llevar a cabo, como todo lo sencillo de la vida. Espera que me voy por las ramas. Me puse a leer y  el capitulo hablaba de sexo… ¡sexo! Y no pude dejar de pensar en ello y en él. Llevaba 12 años haciendo le amor con la misma persona y ahora estaba decidida a hacerlo con otra. Raro. Extraño. Inquietante. ¿Podría? El libro hablaba de dejar la mente callada. “La mente es perturbadora, dominadora. Interfiere en los sentidos. Cada sentido debería ser puro y gozar de su propio derecho. No hay necesidad de que la mente entre. Cuando de verdad gocemos de la mente, ningún centro interferirá. El sexo es simple y la mente lo enreda con metas, deseos, necesidades y resultados preconcebidos. Al enredarse el centro sexual no pude hacer otra cosa que ver como la energía se va a canales equivocados”… Y yo no podía dejar de pensar en Samuel y en sus manos. Y seguía leyendo. “Disfruta de cada sentido en sí mismo; y  cuando lo estés disfrutando fúndete en él,  para que no quede ninguna energía que se pueda mover a ningún otro sitio, que toda la energía esté en él. En ese momento no hay mente, te conviertes en energía sexual”. Y sabía que era así, que es así. Que debía hacerlo plena y dejando mi mente callada. Convertirme en amor y sexo y nada más. ¡Que difícil! Y entonces sonreí y no me di cuenta de que estaba acompañada. Cerré el libro. No podía dejar de pensar en él y en sus manos. De fondo tenía la conversación de unos médicos que no paraban de hablar de sus prácticas, del quirófano, los pacientes. Y pensaba, ¡la enfermedad!, ¡vaya música de fondo! Me sentía tan insegura que fui varias veces al baño para ver si mi pelo estaba bien, si estaba guapa. Sabía que sí pero tenía que verlo. Al salir del baño uno de los médicos se volvió a mirarme y se quedó muy serio con la boca abierta, ¡de verdad Isabel! Y yo me puse nerviosa y sonreí ¡sonreí! Después me senté corriendo, me puse las gafas de sol y a mirar por la ventana, muy concentrada, como si nada más me importara.  Podía verlos en el reflejo del cristal. Hablaban de mí. Y me gustó, me sentí apreciada. Hacía mucho que no me daba cuenta de la mirada de  un hombre. Y me gustaba. Me gustaba gustar. Seguí con mis gafas, escondida en el paisaje, y ellos sobre todo uno, no dejo de mirarme.

Faltaban 5 minutos para llegar. Me temblaba todo. Volví al baño, volví a mírame. Me pinté los labios. Y me preparé para bajar. ¡Dios que infantil me sentía! Y detrás de mi los médicos. No dejaban de mirarme. Intentaban disimular pero era peor. Salí delante de ellos pero no tenía prisa en llegar, estaba demasiado nerviosa y con disimulo finjo mirar en el bolso y los dejo pasar.. Me adelantan, y uno de ellos se hace el remolón junto a las escaleras mecánicas. ¡Me están esperando! Y entonces llego y siento como me mira el pecho y luego a los ojos y yo bajo la mirada. ¡Demasiada intensidad para este momento! Y me río por dentro. Subimos juntos pero al llegar arriba me entretengo otra vez. -Samuel debe estar ahí y yo no se ni que decir-. Los médicos se alejan y me miran sonriendo. Yo no puedo, estoy tensísima. Los pierdo de vista. ¡Tengo que salir! Lo hago muy despacio. Me sentía masoquista alargando el momento y disfrutando de él. Descubriéndome en esta situación. Divirtiéndome conmigo. Dejándome vivir ese momento infantil y precioso. Solo debía quedar yo por salir. Samuel se estaría preguntado si realmente había venido. Y  entonces le veo en la cafetería y me hago la distraída. ¡Yo no podía llegar hasta él, no sabía ni caminar! –Prefiero que se  acerque él- pienso. Y lo hace.

-¡Hola preciosa!- Y me morí, deje de existir, por un instante: la nada. ¡Te lo digo en serio! Sobrecarga de ilusión, de nervios y de verle tan perdido y aturdido como yo. Estaba colorado.  Me dio dos besos rápidos, como de trámite. Y nos pusimos a hablar. -A nosotros dos nos pierde el discurso- pienso. Yo empecé a quejarme del viaje, ¡cuando me había encantado! Y pensaba –cállate- pero no podía, y el seguía colorado y hablándome. Y me sentí feliz. Feliz de ver a un hombre que me gustaba emocionado por tenerme. Hacía mucho tiempo que yo no sentía esto. Aun cuando vivía con él. Él había dejado de cuidarme como mujer hacia mucho tiempo. Al estar al lado de Samuel lo sentí claramente, lo supe.  Samuel me cuidaba con cada gesto, cada palabra torpe, cada mirada, y yo lo agradecía y lo recibida con amor. Y le cuidaba con cada gesto y cada palabra también torpe, bueno… quizás algo menos torpe que él. Más allá de lo que ocurra entre Samuel y yo estaba todo lo que aprendía. Aprendo y descubro cosas de mí y de mi anterior relación. Ahora un hombre me deseaba y quería tenerme cerca. Aquel con el que viví hacía mucho tiempo que no me deseaba y no apreciaba el sabor de mi presencia. Samuel me lo enseñaba. Me enseñaba muchas cosas. Y me liberaba este conocimiento. Y me daba alas para volar más rápido. Samuel  consigue que toda yo sea una pregunta para mi misma. Esto me gusta. Me pierdo la mayor parte del tiempo. Cuando voy a contestar o reaccionar con esquemas antiguos paró, me quedó en silencio, y si no consigo ese silencio, observo lo que digo  y busco la verdad,  busco lo que está conectado conmigo AHORA, y lo distingo de lo que es simplemente el reflejo de lo aprendido, de lo sabido. Ser consciente de esto me gusta.

Salimos de la estación y entramos en el coche. –Quiero ver la ciudad-  le digo y paseamos.

Ha habido demasiado deseo para poder distraerlo.  La primera vez fue intensa. ¿Puedes imaginarlo Isabel? Ya no era mi amor el que me abrazada. No era su voz. No era su cuerpo el que estaba a mi lado. Durante cinco minutos estuve confundida. Abría los ojos para verle y no esconderlo tras otra cara. ¡No quería hacerlo!  Pero  fueron tan sólo cinco minutos. Samuel se impuso fuerte y poderoso y mi amor se quedó atrás. Poco a poco se fue alejando de mí y mi cuerpo reaccionó nuevo y disponible para otra persona. Y recordé las palabras de Osho “La mente es perturbadora, dominadora. Interfiere en los sentidos. Cada sentido debería ser puro y gozar de su propio derecho. No hay necesidad de que la mente entre. Disfruta de cada sentido en sí mismo; y  cuando lo estés disfrutando fúndete en él  para que no quede ninguna energía que se pueda mover a ningún otro sitio, que toda la energía esté en él. En ese momento no hay mente te conviertes en energía sexual”. Y como pude y supe así lo hice. 

viernes, 6 de mayo de 2011

HOY SALE EL SOL Y VIAJAMOS CON ÉL


ELISA: El hombre que yo amaba nunca se habría ido de esta manera.

ISABEL. Eso quiere decir que ya no estaba, que se había ido hacia mucho tiempo.

ELISA. Si. Yo seguí amándole aunque mi amor ya no estaba a mi lado.  Le idealice.
Si el hombre al que yo amaba hubiera seguido conmigo nunca me hubiera dejado  así. ¿A quien amaba yo entonces? ¿Y quien era ese que vivía conmigo?

ISABEL: Lo que me plantea Elisa es interesante. ¿En que momento la persona con la que convivimos cambia sin que nosotros nos demos cuenta  porque seguimos viendo a la que hemos construido a través de nuestro amor? Yo también he amado y he perdido la perspectiva en mi mirada. ¿Se puede amar y mirar ese amor con distancia? ¿Seguiría siendo amor?  Supongo que no ¿Alguien lo sabe?



ELISA: No se puede culpar a nadie por no quererte. El amor nació con su tamaño, con su tiempo y parece que se acabó. No puedo culparle por eso. Solo puedo hacerle responsable de cómo lo hizo, de cómo se fue. Solo eso. No quiero a mi lado a alguien que no me quiere. (SILENCIO) No valores a una persona por lo que dice, sino por lo que hace. Revisémonos Isabel y veamos quienes somos a través de nuestros actos.

ISABEL: Hace  mucho calor pero Elisa decide no bañarse. Yo si, hoy si voy a darme un baño. El mar está tranquilo y el agua fría. Pero tengo el suficiente calor como atreverme a bañarme. Mañana, si llueve y Elisa se baña, lo haré con ella.

¿Quieres ser un ser nuevo? Haz cosas nuevas. No paro de repetirme esa frase.


Suena el teléfono y Elisa corre a cogerlo. La veo sonreír y mover muchos las manos. Camina nerviosa mientras habla, incluso se pone colorada. ¿Qué pasa? ¿Quién es?

ELISA: Me voy a ver a Samuel.

ISABEL: ¿Seguro? No puedo dejar de sonreír. Estoy sorprendida

ELISA: No. Pero me voy.  Quiero que la vida me regale caricias y buenos paisajes.

ISABEL: Bien.

Mañana Elisa sale de viaje y yo me voy a Asturias. ¡Sí!  ¡A ver que nos pasa a las dos!.




miércoles, 4 de mayo de 2011

martes, 3 de mayo de 2011

Y ELISA ME SORPRENDE


Llevo todo el día con dolor en el pecho.-me dice- Me he levantado contenta porque empiezo a creer que el tiempo cuenta, que ayuda, que me lleva a donde debo ir,  me anima con la certeza de que pasará,  de que todo se pasa… Me duele mucho, es un dolor seco, definido, que ocupa todo el pecho y que me hace respirar pequeño, de a  poquito. Lo justo para poder hacer mi vida, pero recordándome que el aire me falta. Así llevo todo el día- me dice Elisa. Y estoy contenta porque entiendo más, ya no solo de lo ocurrido, sino de mí.  Tengo misterio.  Tengo ganas de descubrir, ahora resulta que soy un misterio para mí y eso me enamora. Y está  esta Samuel,- y se pone colorada y se ríe-. Le conozco desde hace tiempo, mucho en la distancia lineal del tiempo, y poco en  cantidad de él si lo junto todo. Le conozco y me gusta,  y me cuida, y me mima, y me acuna y me regala  ternura y deseo, y me habla de caricias y de encuentros, y me hace reír. Hace unos días estuve con él y nuestro encuentro fue desastroso. Un encuentro de adolescente con 40 años.-Ahora  me río yo-  He estado doce años en pareja y ahora no se como se hace esto de gustarse y enamorar. Me pierdo, me asusto, me confundo y confundo, pero con risas, muchas risas, - nos reímos las dos- Y me siento bien de reírme con alguien de mi, y de él. Me da felicidad bromear sobre mi pérdida y mi abandono, y sobre mi torpeza y mi deseo. Llevo todo el día sin poder respirar. Perpleja ante el abandono de mi pareja. Ante la sustitución que siento que ha hecho. Ante su indiferencia, el olvido de nuestra vida y su alarde de alegría con la nueva vida que ahora tiene, ¿he dicho vida? Mejor dicho con su nueva pareja, porque sigue imitando la vida que llevaba conmigo, antes de ser tres por supuesto. Sigo perpleja y triste ante esa perdida y profunda decepción. Y al final del día una llamada me devuelve la confianza de que ahí fuera, muy cerca, esta todo lo que necesito. Estoy asustada ante la posibilidad de tocarle y de que me toque. Asustada ante lo valiente que soy al teléfono porque él está  muy lejos. Y me río de mí.  Si estuviera en la misma ciudad que yo no me atrevería a decirle nada.- Y yo asiento porque la conozco y se que es verdad- Pero quiero jugar  y aceptar el regalo de la vida. Han pasado 10 meses desde que mi amor se fue. Ahora ya no es mi amor. Le miro y no le conozco, no se quien es ese que no me trata, ese que se fue. Han pasado diez meses y con Samuel me río, y me ruborizo y me asusto y me excito y me alegro. Voy jugar…. Voy a vivir…. Voy…. a atreverme…

¿Esta segura? Se lo pregunto porque me sorprende y la veo vacilar con cada palabra nueva.

No, no estoy segura en absoluto. Cuando le pienso siento un si, cuando le tengo cerca siento un No. Pensar y sentir…. Gran diferencia. Se que me vendrá bien. Se que tengo que rompe el vinculo que he tenido durante 12 años. Pero no se si estoy preparada. No se si voy a poder. Y no quiero correr hacia delante para frenar después en seco y quedar como una cría. He buscado los billetes, pero no me atrevo a comprarlos. Cada momento es una decisión distinta.

Es el miedo – le digo a Elisa- Es lógico. Si fuese en tu ciudad todo es más fácil si la cosa no va te vas a casa. Pero al estar en la suya, al estar en su casa es más difícil.

Si – contesta Elisa

Ve. Atrévete. Si pasa bien, y si no tendrás que averiguar porque. Si es porque aún sigues ligada a tu relación o porque él no es el adecuado. Ese que te provocará con tanta fuerza que no puedas resistir. Si en estos días no lo sientes claro, tal vez debas ir allí  y descubrirlo. – Después de decir esto, me siento, ante mis palabras, tan insegura como Elisa.

No se que hará. Ni ella lo sabe. Pero al menos la veo sonreír e ilusionarse.



ISABEL

Elisa lleva varios días sin dejar de llorar. Se levanta muy nerviosa. Dice que tiembla por dentro y que su cuerpo se tensa para no dejar salir ese movimiento, y entonces se agota. Se que va mejor, que es parte del proceso que tiene que vivir. Pero me siento triste al verla así. Es fuerte y se derrumba de a poquito y  a penas se queja. Intenta disimular el llanto y el dolor, pero son mucho años juntas y lo veo. ¿Qué se puede hacer para ayudar a alguien con tanto dolor, con tanta inocencia y verdad ante lo que le pasa? ¿Puede ayudarme alguien? 

Tengo una amiga, Carmen, a quien adoro. Ella siempre está ahí ayudándome con Elisa. Gracias

lunes, 2 de mayo de 2011

DE ELISA

Elisa me regala este tema.
 -No soy la única a quien han dejado plantada- Me dice riendo. Me gusta su sentido del humor, no lo ha perdido a lo largo de estos diez meses. - Me gusta esta canción, ¿Y a ti?.-Si-  le contesto. 

domingo, 1 de mayo de 2011

CON ELISA, AUN LLUEVE


Elisa se enamoró por primera vez a los 16 años. Puede que yo tambien.

Estabamos en el instituto. Cada mañana, a las 6, subiamos al autocar que nos llevaba al instituto. Era muy temprano y mi madre me acompañaba hasta la casa de Elisa que estaba cerca de  la parada. Nos sentabamos atrás, eramos de los últimos en subir y no había mucho sitio donde escoger. Una mañana cuando llegamos a clase Elisa me dijo:
-¿Le has visto? ¿Lo habías visto antes?
-¿A quien?
-¿Al rubio?
-¡No! ¿Qué rubio?
- El rubio que se sienta con Julian, de segundo.
- No
- Me gusta, me gusta mucho.
-¿Qué?
- Cuando hemos pasado por debajo del campo del Atleti he visto como brillaba su pelo rubio, brillaba mucho Isabel, por eso me he fijado en él. No le había visto antes. Es muy guapo. Al volver te lo enseño.

Yo estaba completamente sorprendida de no haberme fijado nunca en ese chico. No sabía de quien me hablaba.

Al volver al autocar nos sentamos atrás para poder verlo todo bien. Entonces pareció. Subió por la puerta de atrás, muy cerca de nosotras. ¡Y era realmente guapo!. Nos miro y nos sonrió. Elisa estuvo a punto de desmayarse y yo tambien, pero nos echamos a reir. ¡Elisa estaba enamorada!. ¡Por primera vez en su vida, estaba enamorada!. Ese chico se llamaba Tomy. Poco a poco conseguimos, no se muy bien como, que Elisa se sentara con él. Durante todo el curso compartieron el viaje a clase. Él la esperaba medio dormido y cuando Elisa se sentaba a su lado, se agarraba a su cintura y se dormía. Ella le acariciaba el pelo pero permanecía despierta. ¡No puedo perderme esto por dormir!

Tomy y Elisa no tenían nada que ver. Ella era buena estudiante, él no. Ella, una alumna que nunca se metía en problemas, él era el problema. Tomy era uno de los “chicos malos” del Instituto. Más que malo, rebelde y muy desobediente. Se sabía guapo y tenía a casi todas las chicas, y no eramos muchas, detrás de él. Siempre salía con la más guapa. A esa edad ser de las guapas era ser de las que estaban más desarrolladas. Elisa y yo yo no perteneciamos a ese grupo. Tomy y Elisa eran muy diferentes pero se cuidaban. Nadie se acercaba a Elisa por Tomy. Durante todo ese curso estuvieron juntos de 6 a 8 de la mañana, y de 2,30 a 3.30 de la tarde. Ella era muy feliz aunque no fuese su novia.  Sabía que el curso próximo estarían separados. Nosotros estudiariamos por la mañana y Tomy pasaría a la tarde. Quedaba un mes para las vacaciones de verano. Y encontes ocurrió. Tomy subió al utobus por la puerta de delante con una una de las chicas guapas del Instituto. No se sentó con Elisa, la miró y se sento con la otra. Elisa me miro con la sonrisa más triste que yo había visto nunca. Me levanté y me senté con ella. El autobus iba a arrancar, Tomy se levantó y vino hacia nosotros. Yo me levanté disimuladamente y me fui. Él se acercó a Elisa.
-Toma- ¡y  le dio un boligrafo!
-No lo quiero
Tomy abrió la ventanilla y lo tiró a la calle. Se sentó a su lado, le cogió la mano y se quedó callado.
-Quiero salir contigo, ¿y tú? ¿Quieres salir conmigo?
¡Lo había conseguido, Elisa lo había conseguido! ¡Y yo no sabía cómo!. Me sentía contenta por ella.  Elisa estaba muy callada. Apretaba su mano muy fuerte y le miraba. Yo pensaba que se iba a poner a llorar. Estaba radiante y guapa. Tomy le sonreía. Entonces Elisa con  gran seguridad y confianza le dijo:

-No

Tomy agarró su mano, se hundió en la butaca y miró por la ventana. Ella  se puso a llorar. No volvieron a hablar de ello nunca. Cuando llegamos a casa nos fuimos al parque porque Elisa se encontraba mal y no podía dejar de llorar. Yo estaba confundida. No entendía nada.

-¿Porqué? ¡Estas loca por él! Le dije.
-Por eso. Porque estoy loca por él. ¿Cuántos NOS serías capaz de soportar?
-¡No lo se!
-Todos los que existen.

Y la entendí, desde un lugar extraño y pequeño la entendí. Tomy ha sido el gran amor de Elisa. Un amor que vivió en el corazón, en su  alma y en su imaginación. Nunca se materializó fisicamente, por eso nadie ha podido quitarle a Tomy ese lugar especial en el corazón de Elisa.

Elisa sale del agua. Al verla venir corriendo, tiritando bajo la lluvia, me he acordado de esta historia.

-¿Te acuerdas de Tomy? Le pregunto. Seguro que le extraña que le hable de Tomy cuando su amor acaba de irse.
- Mi primer amor. Si. ¿Por qué?¿Te acuerdas de los No? Me pregunta Elisa.
- Si. Contesto.
- Ahora pienso en ello a veces. ¿Cuántos NOS serias capaz de soportar Isabel?
- Todos los que existen.

Y Elisa se rie.

-Yo he recibido muchos en estos últimos meses . Todos juntos. Diferentes pero iguales en el daño que me han causado. Todos reunidos como en una lista de la compra. ¿Sabes que explicación me dio despues de irse? ¿Cómo trató de explicar lo que había ocurrido? Con una lista de cosas que no funcionaban. Parecia que había ido guardando en una cajita, poco a poco y uno a uno, todos los NOS que él sentía. No los compartió en el momento conmigo, los fue guardando ahí para entregarmelos todos juntos. Me entregó la caja, y al abrirla todos ellos me saltaron encima. Al abrirla no pude digerir todos esos NOS de golpe. Absolutamente desconocidos y nuevos para mí.  Cada uno tenía un significado concreto, pero al recibirlos de esa manera no puede apreciarlos. Cerré la caja con todos ellos dentro y me la lleve conmigo para  despacio y en la intimidad tratar de comprender y aún estoy en ello.

No me siento enamorado de ti.
No somos iguales. Somos muy diferentes.
No queremos las mismas cosas de la vida.
No funciona nuestra relación desde hace algún tiempo.
No funciona nuestro sexo.
No me siento feliz con nuestra vida.
No encuentro lo que necesito.
No, No, No, No…

Y yo traté de preguntar, de entender, de rebatir, pero sobre todo trate de asumir todos y cada uno de ellos desde el respeto hacia los sentimientos de él. Lo único que me golpeaba duramente era no saber porque él no había compartido esto conmigo antes. ¡Si llevabamos casi doce años viviendo juntos!. Con una relación buena, ¿buena?. Ahora me suena absurdo.  ¿Como pudo permanecer callado mientras guardaba cada uno de esos Nos en su pequeña caja?. Me enconjí de hombros sin apenas poder respirar, me levante y me fui, otra vez con cara de tonta. Y me acordé entonces de la pregunta que te hice con 16 años.

-¿Cúantos NOS serías capaz de soportar?
- Todos los que existen. Te aseguro Isabel que dude  poder resistirlos. Pero ahora algunos meses despues. Se que esos Nos no son mios, no me pertencen. Ahora ya lo se. Yo viví mi historia de amor. La mía. Una historia llena de SI. Y en ella esos NOS no estan. Son los suyos. Mi amor con él y para él fue grande. Fue honesto. Fue libre. Fue profundo. Fui. Estuvo lleno de Si. Si a mis doce años con él. Si a mi amor.  Un Si grande y libre y sanador cuando pase algún tiempo. Porque así le ame. ¿Sabes porque le digo SI ahora?
-No
-¡Porque ya no estoy enamorada de él!