miércoles, 14 de septiembre de 2011

LA ESTUPIDEZ HUMANA


ELISA

Siento que me atacan y me defiendo… y entonces ataco al otro, y el otro se siente inseguro y  me ataca otra vez, y así una y otra vez, una y otra vez….

Esta mañana el mar esta algo revuelto. No brilla el sol y sin embargo hace calor. La playa está vacía, todo el mundo esta trabajando y los niños ya están en el colegio. Al salir de casa he renunciado a la prisa. Llevo días corriendo detrás de mí y me agoto, ¡¡¡porque estúpidamente soy más rápida que yo misma!!!... A si que hoy voy dentro de mi, dentro de mis pies, de mis zapatos, hoy no voy por delante y mientras camino tengo tiempo para observar… Recuerdo las palabras de Osho: “no mires el punto dibujado en la pizarra,  mira la pizarra” y es realmente mágico lo que produce en mí hacer esto. Se abre el pecho, no hay presión y llega la paz. Os recomiendo que lo hagáis. Mi trabajo está cerca de casa y puedo ir o bien por la playa o por la ciudad. Al llegar a las rocas he decido salir al camino. Me sentía realmente bien. Podía sonreírme… hacerlo sin esfuerzo… y entonces he abierto mis manos y he caminado haciendo una ofrenda… he abierto  mis manos para recibir todo aquello que este para mí. Agradeciendo  todo lo que recibo  del universo. Así he caminado toda la avenida hasta llegar al semáforo de la calle donde está la oficina, con mis manos abiertas hacia el cielo.  Al llegar al semáforo un hombre se ha acercado a mí. Hablaba un idioma que no entiendo. Llevaba un vaso de plástico y me pedía limosna. Yo me he quedado atontada, sus palabras extrañas me han aturdido, y aunque entendía claramente que me estaba pidiendo dinero y yo quería dárselo, me he limitado a sonreír estúpidamente y decir “no” cuando quería decir “Si”. Y el hombre insistía y yo insistía en sonreír estúpidamente. El semáforo se ha abierto y he cruzado dejándole atrás. En el mismo instante que le he dado  la espalda… he entendido… He llegado hasta él con las manos abiertas, abiertas para recibir… y cuando me han pedido, las he cerrado instintivamente. -No puedes abrir las manos si no estas dispuesta a dar, Elisa-  palabras dichas con mi propia voz. Entonces he querido volver y darle, pero sabía que ya no correspondía, para mi, la lección de hoy es reconocer  nos habla la vida. Estar despierta. Tal vez no he reaccionado como debería pero al menos he sabido ver su mensaje. Debo estar atenta, el universo nos habla de manera extraña y la mayoría de las veces,  lo hace con mucho sentido del humor.


Después, en la oficina,  he hablado con él. Con el que se fue. Y no se quien empezó con el ataque sutil con el que nos defendemos, pero después de colgar me he sentido mal. No entiendo porque tenemos que hacernos daño innecesariamente, tal vez el termino innecesario sea tan subjetivo que nos distancia. ¿Porque ante la culpa o el dolor atacamos al otro?. Asumo mi parte de responsabilidad en ello. Quiero quitarme de dentro el dolor que me ha hecho seguramente por torpeza e inseguridad. Isabel diría que no debo dedicar tiempo ni animo a pensar en el porque de las cosas cuando se refieren a él. Supongo que doce años de compartir vida no se olvidan fácilmente. Y aunque aún no he perdonado, intento unir y poner amor y respeto a cada instante que comparto con él. No siempre lo consigo.

Abro las manos…