viernes, 24 de junio de 2011

GRACIAS

ELISA

Hoy quiero dar las gracias. Dar las gracias a las personas que han hecho posible que hoy, pasada la Noche de San Juan, me sienta feliz, segura e ilusionada ante mi vida. Personas que con su compañía, sus palabras, sus silencios, sus ausencias,  sus manos y sus besos, han hecho posible que yo llegue hasta aquí. Dice Aravela que soy fuerte, y Manolo y Candela que soy "Mu grande", pero no es así, soy simplemente quien soy sin más merito que ese, y sin ellos no hubiera podido mantenerme de pie, lo sé. Siempre que he pedido ayuda han estado ahí. Ellos han hecho conmigo esa grandeza. Es la grandeza de todos, la grandeza del amor, de la amistad. Me he sentido muy afortunada por tenerles en todo este proceso. He descubierto el Amor que me rodeaba, el Amor que tenía más allá del amor de pareja y me ha llevado muy lejos. Me ha llevado hasta hoy sana y en paz.  Les quiero, les necesito y les agradezco que hayan querido formar parte de mi vida. ¡Si, os quiero!

Yolanda, Jesús, Kiko, Manolo, Marichu, Marta, La Bódalo, Fernando, Daniel, Alberto, Carmen, Troncoso, Aitor, Estela y a mi otra Estela, Abel,  mi hermana Yolanda,  mi hermano Miguel,  mi padre, Manoli, Andres, a Yolanda la otra mamá,  a mi niña Selene... y sobre todo a tí Isabel,  porque tú si que eres grande...


miércoles, 22 de junio de 2011

QUITAME EL MIEDO


ISABEL

El cuerpo tiene memoria, los actores lo sabemos muy bien. Memorizamos situaciones emocionales a través del movimiento de nuestro cuerpo. La mecánica de la repetición nos ayuda y con ella el cuerpo aprende.  Todos los días a las 8,45 de la tarde, al coger el  bolso que está sobre la silla, su vida se derrumba y ella se hunde y se deja caer al suelo… y es así, en ese instante al coger el bolso, al sentir su mano el contacto con ese objeto, su cuerpo se convulsiona y se derrumba. Sin pensar, sin prepararlo, sin dudar, el cuerpo lo hace. Eso es exactamente lo que estas viviendo tú, Elisa. Llega el primer aniversario, llega el verano y tu cuerpo al sentir el calor,  las noches en la terraza,  recuerda lo vivido el último verano  y te conduce a las mismas sensaciones… no te asustes, déjalo, él revive su verano y actúa. Fueron muchas noches calurosas repitiendo dolor, incertidumbre, descontrol, perplejidad, miedo y abandono… actúa como si te estuviera pasando otra vez, como si fueran a abandonarte de nuevo, como si todas las situaciones desagradables y tristes fueran a repetirse pero no es así, tan solo es la memoria de tu cuerpo físico, no esta ocurriendo, no es el mismo tiempo, no necesitas repetir la experiencia. Simplemente obsérvalo y di  no… y descansa. Di a tu cuerpo; vive este presente, vive ahora...

ELISA

Si. Todo pasa a pesar mío. Me siento triste sin que nada ocurra para ello, vuelvo a sentirme como un año atrás, pero no por el recuerdo, es más real que un recuerdo y se que es imposible, porque estoy bien, porque ya me siento libre.

Este es un verano bonito, un verano donde el sol no me abrasa el alma, un verano donde el calor me llevará a la risa, un verano de helados, de agua, de olas, de montañas, de amigos, de compañía hermosa, un verano de trabajo y vacaciones, un verano con amor… este es el verano que tengo y mi cuerpo debe dejar de repetir una vivencia que ya pasó. Tenemos que observarnos…. Observar cuantas veces actuamos repitiendo sin apenas tener control, repitiendo pasado.  El cuerpo toma el mando y te conduce a lugares y emociones que no son las que en realidad estas viviendo…. Esta noche voy  a salir a la terraza y  al coger el bolso, sonreiré y me sentaré tranquilamente a contemplar las estrellas.

lunes, 20 de junio de 2011

ELISA, EL OLOR DEL FUEGO

      
Nunca he sabido jugar al fútbol, no se manejar un balón con los pies… pero si se hacerlo con las manos. Cuando era pequeña jugaba al  balonmano. Soy zurda y absurdamente el entrenador me colocaba en el extremo izquierdo. No se porque, pero siempre pensé que debía estar en el otro extremo. Se manejar el balón con las manos… tengo fuerza y precisión. Soy rápida, la única pega que veo es que cuando llega el momento de lanzar dudo, me siento cobarde, y eso hace que el gol no llegue…

El campo estaba tranquilo. Durante unos meses la pelota ha estado en mis manos, jugando con el espacio, haciendo malabares para no caer… volando, trasladandose de un lugar a otro limpiamente con precisión, sin tocar el suelo…. Pero de repente la he perdido, ha salido disparada de mis manos…. Tengo que irme después vuelvo…. si

Elisa me llama

Elisa: Se acerca la  Noche de San Juan.  Entonces hará un año que te llame y regresé.

Isabel: Lo se.

Elisa: Hará un año que nos separamos. A veces siento que hace mucho de todo esto, es como si no hubiera existido, como si los doce años se hubieran quedado tan atrás que apenas puedo recordarlos. Otras en cambio, parece que fue ayer… que va a entrar por la puerta y volveremos a estar juntos…. Y eso no es posible. Para mi no es posible. Llega la Noche de San Juan y se echa encima de mí con todo su fuego y su simbología, con toda su magia. Siento el calor de las llamas, y la perdida de mi vida esfumándose con el humo… El eligió esa noche para que lo que no servía de su vida se quedara atrás, y era yo lo que había de quedarse atrás y sí, sentí en lo más profundo de mí el poder de esa magia, el poder de un final…

Isabel: Tenemos que celebrarlo.

Elisa: ¿Celebrarlo?

Isabel: Si. Tenemos que decirle un si grande a la vida, a tu nueva vida, a tu nuevo ser. Elisa tú eres para mi como un ave fénix,  eres la persona más fuerte que conozco, consigues recuperarte siempre de las malas experiencias como si fueran un regalo, como si fuera una suerte haberlas vivido. He compartido contigo los dos momentos más duros de tu vida y siempre te has levantado con una sonrisa y agradeciendo. Tenemos que celebrar esta Noche de San Juan. Saltaremos las hogueras y este año pedirás tú que se lleve lo viejo…¡¡¡ a ver que nos pasa!!!

Elisa: No me siento fuerte.  Estoy triste y extraña, y las experiencias que un día me sirven para  sentirme afortunada, excitada ante la incertidumbre de mi vida, ante el vértigo de lo que esta por venir, ante la absoluta libertad de la que disfruto, otras veces solo me traen  el miedo y  la duda y   la angustia…

Isabel; Si  pero lo hermoso es que lo dejas pasar y enseguida encuentras una razón para sonreír.

Elisa: Mi psicóloga dice que soy muy fuerte.  Ya lo he oído antes. Una buena estructura emocional. No recuerdo como se llama en psicología el prototipo al que pertenezco.

Isabel: ¿Tienes prototipo?

Elisa: ¡Si claro y tú!, soy del que aprende  de todo  y no se derrumba. A veces me siento cansada. Pero no puedo evitar ser así, es algo que está agarrado a mis tripas…

Isabel: Cuando éramos pequeñas apenas te quejabas, siempre comenzabas a caminar dejándome atrás, ¿recuerdas? Yo me enfada pero te seguía y entonces por tu impulso llegábamos a los lugares con los que soñábamos.

Elisa: No se que voy a hacer, me siento enfada y triste…

Isabel: Yo si. Este año saltaremos las hogueras, desafiaremos al fuego y haremos de esta Noche de San Juan una celebración de la libertad y del futuro, del amor por uno mismo y por la vida.

Elisa: Eso parece mío. Pero lo has dicho tú.

Isabel: He hecho trampa, no te he dado tiempo para  pensar.

Elisa: Te quiero.

Isabel:  Y yo.

Elisa: Te mando un foto... espero que te guste.... ¡El ave fénix ha vueltoooo!




martes, 14 de junio de 2011

ELISA: EL DULCE MASAI



El restaurante está al lado de mi trabajo. Es un lugar acogedor, de madera y sol. La comida es muy rica. Llevamos comiendo allí varios días. La primera vez que entramos le encontré al final de un pasillo. Sonreía y hablaba dulcemente con la gente de una mesa. Alto, esbelto, color oscuro…

-Aquí. Ahora os preparo esta mesa-

Y yo sonrío como una tonta… -Que dulce- pienso. Y me descubro  asombrada observándole mientras trabaja. Me gusta como se mueve. Es elegante, parece flotar, deslizarse por el suelo…

-Ya está –  sonríe.

Y le sonrío también,  disimulo mientras mis ojos se quedan pegados  a sus ojos blancos y a su cabeza ¡me encanta su cabeza! Cuando me fijo en un hombre, su cabeza es lo primero que miro. Me gustan. ¡Si! No es tan raro Isabel, me  gustan las cabezas… ¡deja de sonreír!

Nos sentamos en la mesa y me pongo nerviosa. -¿Pero porqué? Seré idiota, ¿qué me pasa?-  Y me descubro una vez más siguiendo sus movimientos, y escuchando su voz mientras nos canta el menú. Estudio su cuerpo con indiferencia ¡¿indiferencia?! Es muy alto y delgado. Elegante, muy elegante. Sus largas piernas, sus brazos largos, sus manos delicadas, sus ojos blancos, su cabeza… -joder… ¿que ha dicho que hay?- Y mi compañera se ríe, y  él me lo repite mientras yo disimulo haciéndome la distraída. -Está esperando a que decida y yo creo que voy a marearme.-  Comemos y nos vamos, y lo hacemos con indiferencia, por supuesto.

Volvemos  a comer. Entramos… vuelve a estar al final del pasillo. Me mira y sonríe o tal vez nos mira a todos y nos sonríe a todos pero para mi solo existo yo… solo a mí…. Es para mí.

-Os preparo esta mesa-  me mira. -¿Se habrá dado cuenta? En fin, no pasa nada-.

Nos dice el menú y esta vez  pido la primera, como si nada, con indiferencia, sin mirarle… apunta y se aleja. Entonces imagino su silueta dibujada en un paisaje, un paisaje caliente y caluroso. Un paisaje de color rojo, de sabor a arena y a sol.  Camina con la elegancia de un Masai, -pienso- lo hace ausente, concentrado únicamente en cada pisada, en esa única porción de tierra,  sin poner intención en lo que le rodea... sin dirigirse a ningún lugar, es como si el paisaje se moviera danzando con su cuerpo, acaricia su vara y camina rumbo……… a mi, joder que viene, y viene mirándome fijamente.

-Señorita-  Y me ruborizo. Y lo peor de todo es  que se da cuenta. ¡¡¡Todos se  dan cuenta!!!!

Como mientras vigilo todo lo que hace, ¿estará pendiente de mí?  Soy tan obvia que se habrá dado cuenta…

Viene con el segundo plato. Intento torpemente colocar mi cubierto sobre el plato para que pueda llevárselo, y él intenta hacer justamente todo lo contrario. -Aquí no cambian los cubiertos… seré idiota- y  él dulcemente me coge la mano, ¡acaricia mi mano! y la dirige para que deje el dichoso tenedor sobre la mesa, y  mi cuerpo tiembla. Siento la sangre subir hacia mi cara, el estomago se encoge bruscamente y temo que el primer plato salga disparado, y me río mientras siento su caricia que se  hace eterna, y miro a mi alrededor... – nadie se ha dado cuenta de que me ha cogido la mano, ¡no, no me la ha cogido, me la ha acariciado!- y sigo como si nada mientras mi cuerpo desea levantarse y tocarle, y sentir el calor que trae de su tierra llena de sol y montañas. Como el segundo plato, dejo de mírarle. -Ya vale, se acabó-

- ¿Postre?

- ¿Qué? Si,  yo quiero la filloa pero sin crema ni nata, solo con chocolate, ¿podrías traerme el chocolate y yo me lo pongo?- se lo explico con la mayor dulzura de la que soy capaz mientras  me mira sonriendo. Se que hará lo que le pido pero se divierte escuchando mis absurdas explicaciones. – Me encanta el chocolate, me encanta…en realidad lo que quiero es el chocolate pero claro tendrás que traerme la filloa… ponme mucho por favor- y pienso -cállate, cállate, cálate ya- pero no lo hago e insisto en lo del chocolate…-Elisa, joder que es negro ¡cállate!

-Eres muy radical- me dice y pienso. –Si, claro que si- y vuelvo a imaginar su cuerpo a través de su ropa, sé que me gusta, y me obligo a comer sin mirarle mientras mis compañeros se ríen porque creen que le gusto al camarero.

– ¿Si de verdad?  ¡No, es que soy muy pesada!-  me levanto al baño  y me cruzo con él y  me mira de arriba abajo. Mira mis pechos y yo siento que podrían salir disparados hacia él. -¿Que pasa conmigo?- pienso en el baño. -A mi el sexo no me provoca estas cosas-. Y escucho a mi vocecita interior…. -Te gusta, te gusta-. Salgo mirando al suelo así solo puedo ver sus zapatos. Terminamos de comer y nos vamos.

-¿Donde comemos hoy?-

Y mi compañera dice; -vamos a comer a donde el dulce camarero-

Y yo sonrío.- Si, me gusta el camarero… pero es simplemente un juego Isabel, ¡de verdad!, no es real-

Entramos y allí  está con su rostro dulce y oscuro, mirándome, si, mirándome a mi, no hay duda ahora lo se. Debe haberse dado cuenta de que me gusta y se aprovecha, bueno y a mí que me importa, que se aproveche.

-Hola-

-Hola- Y me mira como yo le miro a él, ¿le gusto?  Hoy es descarado.  Le miro ruborizada. Mi amiga  dice que ruborizarse es la mejor manera de coquetear, -a los hombres les encanta que nos ruboricemos- dice. Bien, pero es que yo me ruborizo sin querer, no para conseguir ligar.

El avanza hacia la puerta de la calle y  observo como camina. Y vuelvo a verle rodeado de montañas, tierra y sol, tembloroso por el viento caliente… se aleja con sus pasos dulces y su movimiento… ese movimiento que parece no tener tiempo ni lugar, parece perdido en un mundo irreal... y entonces se vuelve y me pilla desprevenida, me mira diciendo -¿lo hacemos? - Y yo siento- ¿Por qué no?-  y creo que voy a marearme, ¡demasiado directa! ,  siento como la sangre sube a mis mejillas, mi estomago salta hasta mis hombros y mis piernas pretenden llegar al centro de la tierra, ¡¡¡convulsión!!!!!  Y un espasmo…. Es demasiado,  me tapo la cara con las manos sin poder evitar el gesto de esconderme para intentar que no me vea, que no vea el deseo y la disposición que tengo ante su cuerpo. Y me preguntan

-¿Que te pasa?

-Un sofoco, será el periodo-, invento… -no se, como lo tengo tan extraña últimamente- y hablo y hablo del periodo, se lo creen. Ya no me atrevo a mirarle, sigo con mi historia sobre la menstruación. ¡Menstruación! Bueno me ha salvado.  Cada vez que viene a nuestra mesa me taladra con la mirada… –bueno ya vale,  esto es absurdo. Se acabo-  Terminamos de comer y nos vamos mientras él sonríe y se despide de mi con su cuerpo alerta, siento su energía disponible  y sus manos abiertas para recogerme, y su pecho que se eleva como el mío. Y mientras me alejo siento su mirada en mi nuca y vuelvo a imaginarle erguido en el paisaje,  sin ir a ninguna parte…con su sonrisa dulce. Hoy  acampará allí, y esperara a que con la llegada del nuevo sol yo vuelva a refugiarme a la sombra de esos pequeños árboles… Él no va ni viene a ninguna parte, yo si…. Tendré que regresar. Regresar a la tierra de mi dulce Masai.