Hace mucho tiempo, un día me desperté y encontré una sensación
nueva revoloteando en mi estomago. Era la certeza absoluta de que algo
sorprendente iba a ocurrir. De que iba a producirse un cambio inminente,
renovador, alucinante; un regalo de la vida. Esa sensación se instala en el
estomago. Una vez que lo hace, ya no desaparece nunca. A veces crees que si,
que no esta, que se marchó, pero cuando la olvidas, vuelve a aparecer.
No se explicarlo mejor Antes creía que era la intuición, una
voz profunda y silenciosa que venia a
avisarme de lo nuevo. Pero lo realmente sorprendente es que la mayoría de las
veces, ¡¡¡no pasa nada!!! Nada perceptible al menos, nada que puedas reconocer e
identificar con esa sensación. Nada que cumpla esas expectativas. Así pasas
años sintiendo que algo va a ocurrir, y lo que pasa es el tiempo.
Me desconcierta. Es una sensación verdadera, si la habéis
sentido, sabéis de lo que hablo, la tenéis en el estomago, en las tripas,¡¡¡
Ahora!!! ¡¡¡Esta apunto de pasar!!! Y aparentemente nada pasa.
Yo creo en la magia de la vida. Creo en los milagros que se
producen en cada instante. Creo en la existencia de esa sensación y lo que
ocurre es que tal vez no sepa usarla. ¿Alguno
de vosotros sabe? He pensado, a veces, que es el aviso para ponerse en marcha,
para emprender, para confiar, para realizar los sueños porque en ese instante
se harán realidad, como el aviso del
despertador por la mañana para que te levantes. Ese revoloteo en el estomago te
dice que es el momento. Y lo que pienso
en estos días, en los que tengo el estomago lleno de mariposas, es que me he equivocando esperando a que el
milagro se produzca esperando a que llegue mi regalo, a que lo fascinante me
visite, por que ese milagro, ese regalo, solo puedo realizarlo yo. Como el
despertador que suena cada mañana, pero
soy yo la que tengo que apagarlo y ponerme en pie.
Siento revolotear las mariposas en el estomago, y no son
porque este enamorada, las mías no son por eso, sino porque tengo al alcance
aquello que deseo. Flaquean las fuerzas, por eso le pido a la mariposa que
vuele muy alto y me lleve con ella. Yo voy
a ponerme en pie, pero por favor aligérame el peso.
¿Me entiendes?