martes, 22 de abril de 2014

ISABEL. DANDÁRA.

Parece que la vida nos ocupa, nos ocupa tanto que apenas he tenido tiempo de verla.

Elisa vive cerca del mar y yo no. La primera diferencia, al menos la primera en la que reparo, y no me gusta reparar en las diferencias, con ella no, se me hace extraño.

Ayer llamo -Hoy parece que no habrá sol- Tan solo eso y después silencio. ¿Recuerdas la historia de Dandára? ¿Te acuerdas? No había vuelto a recordarla. -No te acuerdas porque apenas me escuchaste- Y era verdad.

Teníamos quince años. Elisa caminaba hacia el bosque, iba muy deprisa, como siempre, y a mi me enfadaba. De nuevo caminaba como si lo hiciera sola, dejándome atrás, en silencio, y yo, como siempre la seguía. Encontró una piedra muy grande. ¿La ves? ¡¡¡Claro!!! conteste. Entonces Elisa se sentó en ella, cerro los ojos, y me contó una historia.

Todos los días Dandára baja hasta el puerto. Atadas están las pequeñas barcas de los pescadores, y en la orilla, sentado en el suelo, como cada mañana, el hombre que cose sus redes y sin levantar la vista de sus manos, saluda a Dandára. Ella desata una pequeña barcaza blanca y se adentra en el mar. Es entonces cuando el hombre levanta la vista y la observa, lo hace hasta que se pierde en el horizonte, entonces vuelve a su trabajo y susurra - Hoy ira todavía más lejos- Dandára rema de espaldas a tierra. De vez en cuando se vuelve a mirar, comprueba como la playa se aleja, se hace pequeña y entonces rema y rema más. Cuando siente que la distancia entre el horizonte y ella es la misma que la distancia que hay entre ella y la playa, para, sonríe y se pone de pie. Es un secreto que solo ella conoce. Si consigues parar entre dos horizontes, si consigues estar en el punto medio exacto, entonces, cuando regresas, no lo haces al lugar de donde partiste. Dandára rema de vuelta a la playa, se esfuerza por llegar pronto, por descubrir ese nuevo lugar, y cada mañana al hacerlo descubre la silueta del hombre que no la mira, y decepcionada piensa que hoy tan poco ha encontrado el punto medio, que no supo medir la distancia, y que mañana lo conseguirá.

No se porque Elisa me ha recordado esta historia. ¿Habrá encontrado el punto medio? Si no es así y sale a buscarlo quiero ir con ella. Estoy segura de que Elisa sabe algo que yo aun no se, y no se si eso me tranquiliza o me inquieta. Tengo que ir a verla.