jueves, 24 de marzo de 2016

ELISA. UNA VIDA PEQUEÑA

Una vida pequeña.
Una pequeña casa, un coche pequeño.
Una terraza en la pequeña casa, y un armario pequeño que nunca termina de llenarse.
Amanece siempre a este lado del océano, donde la pequeña playa se confunde con el bosque que no es tan pequeño, y donde mi pequeña casa se abre con puertas y ventanas hacia la brisa del mar y olor de las flores, como si fuese el amanecer más grande que cabe en un solo día. Nos enseña ese pedazo enorme de sol y un camino pequeño que nos conduce hasta el mar.
Una pequeña vida, una pequeña mano cogida a la mía.
No se la diferencia entre una vida grande o una vida pequeña. No lo sé. Antes si, pero quizás estaba confundida.
Cuando éramos pequeñas, ella y yo, pensábamos que las vidas grandes son las que tienen muchos espectadores, tantos que se escapan de la realidad y se esconden entre las líneas de los libros. Pensábamos que las vidas grandes no se entretienen con cosas pequeñas, sin entender muy bien que era eso de “no entretenerse”. Las vidas grandes no se agarran a manos pequeñas, porque necesitan tener sus manos libres y abiertas…sus manos siempre ocupadas no pueden agarrarse a nada. No viven en pequeñas casas, las vidas grandes necesitaban de casas grandes. Las vidas grandes están llenan de voces, de ciudades, de sonrisas, de miradas… Eso es lo que pensábamos cuando éramos pequeñas. Ahora que somos grandes, la diferencia entre los tamaños se nos ha ido perdiendo cada año un poquito más, y apenas es imperceptible. Puedo abrir la ventana, a este lado del océano, puedo salir a la playa que me llevara al bosque…
No hay demasiadas miradas, las justas, aquellas a las que correspondo. Hay sonrisas, las justas, aquellas a las que yo correspondo. Hay ciudades, las justas, aquellas que conozco de verdad. Y hay espectadores, los justos, porque poco importa aquello que tiene que medirse por número.
La manita pequeña que me acompaña hasta el mar tiene la mirada más amplia y grande que yo haya visto nunca. Ella es el espectador que hace que mi vida sea tan grande como soñé cuando era pequeña. Y subir esa pequeña colina en un día de sol junto a ella, hace que yo sea la más grande protagonista de la vida más grande.
Yo tengo el don de la vida, sin tamaño, solo vida.