lunes, 15 de diciembre de 2014

ESPERANDO VOLAR.

Se agarraba a la barandilla… se aferraba más bien.
Cada mañana paseaba por el acantilado. Siempre con la mirada al frente. Decidida. Pero hoy se acercó al abismo y se aferró a la barandilla. Abajo estaba la playa. Esa playa a la que ahora, apenas prestaba atención. Un final hermoso si emprendiera el vuelo…Si pudiera saltar y extender los brazos y volar… volar hasta posarse en la arena… si pudiera… mientras tanto pasearía el borde, y en días como hoy, aferrada a la barandilla, buscaría el final de cada ola, la caricia de esa espuma salada, de ese frío que se metía en el cuerpo y que se obstinaba por permanecer en él. Se obstinaba como los recuerdos… se obstinan. Llevaba tiempo viviendo al borde de ese acantilado. No le tenía miedo, solo esperaba poder emprender el vuelo para desafiarlo y bajar. Mientras tanto esa fría barra blanca acariciaba a su mano mientras ella olía el viento en la esencia de ese mar.
-Es posible que se marche- Me dice Elisa. Que se rinda y baje a la playa por el camino de piedra.
-Es posible- digo yo. Pero yo voy a esperarla sentada en la orilla con la cabeza inclinada para verla volar.
-¿sabes qué es lo que importa?
-¿El que?- contesto yo.
Que baje, maldita sea, que baje...
Sonreí.

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