domingo, 7 de agosto de 2011

EL TECHO DEL MUNDO… EN MIS OJOS

   
“No esta bien recordar demasiado el pasado cuanto tenemos delante el futuro” Lobsang Rampa.

- Mira- Elisa me ensañaba un libro pequeño. Lo había encontrado en el patio del colegio y no parecía pertenecer a nadie. O al menos eso fue lo que Elisa me contó. Era un libro delgado.

- ¿Qué es?

- Creo que habla del budismo. Lobsan Rampa. El tercer ojo.

- ¿El tercer ojo?  Teníamos 13 años. Esa misma noche Elisa comenzó a leer el libro. Lo leyó en apenas unos días. Mientras lo hacía no me contó nada. Cuando lo terminó me lo entregó.

- Creo que te gustará, a mi me ha gustado mucho. Iré a Lhasa.

- ¿A donde?

- Al Himalaya

- ¿Esta lejos?

- No, esta en mí.

- Ya.

Elisa hacia esto muy a menudo. Parecía hablar en un lenguaje secreto que solo ella entendía, pero que compartía conmigo porque estaba convencida de que yo también lo hablaba . Y con el paso de los años, lo hice. Ese lenguaje nos condujo a un mundo que partiendo del ser de Elisa, nos ha hecho viajar a la parte más hermosa de nuestras vidas.  A mi me ha conducido a un extenso lienzo blanco que no acabo de pintar nunca, porque cuando lo hago se expande. Creo que sin Elisa yo no sería quien soy,  ni estaría como estoy.

- ¿Si está en ti yo no podré ir?

- Lee el libro y luego contesta tú a esa pregunta

Leí el libro en apenas unos días. Y después juntas buscamos otros libros del autor. Conocimos así el budismo, con las enseñanzas de un hombre cuestionado, un hombre del que se dice que nunca estuvo en el Tíbet. Hemos leído mucho juntas sobre él. Tal vez  sea cierto que nunca estuvo allí, sea  cierto que la mitad de sus escritos son ficción, pero consiguió que dos niñas de 13 años miraran el mundo desde otro lugar, buscaran enseñanzas ajenas a lo que tenían a su alcance, y consiguió que Elisa y yo soñáramos con viajar al Tíbet y a cualquier otro lugar más allá de nuestro mundo.

-Yo también iré al Himalaya. Le dije a Elisa

-¿A que ya sabes como ir?

- Si, de momento no necesito salir de casa.

- Está en ti, ¿verdad?

- Si. Pero algún día iremos allí juntas.

- Lo haremos.

Esta mañana Elisa me llamo temprano. Lleva unas semanas extraña. Parece haber vuelto atrás, la siento inquieta… a veces enfadada y a veces triste.

-No puedo dejar de moverme, no puedo estar en paz, mi ser se inquieta, camina, corre en todas las direcciones posibles, se pierde en la maraña de seda blanca y se angustia… Me agoto.  Necesito parar y estar conmigo. No estoy mal, no te preocupes… tan solo necesito viajar a mi,  y silencio. Isabel voy a hacer la maleta y a marcharme… voy a hacerlo… voy a ir a Lhasa... al Himalaya.

- ¿Puedo ir contigo o iras sola?

- Puedes venir conmigo. Tú siempre puedes venir conmigo. Ahora es invierno, es el momento perfecto.

Se que no puedo ir ahora con Elisa. Y ella también lo sabe. No se si Elisa lo hará, no se si hará las maletas, o viajara sin equipaje como cuando eramos niñas. Pero pronto, muy pronto cuando el sol cubra esas hermosas montañas viajaremos allí. Vamos a ir al Himalaya… Vamos a ir a todas partes.

-¿Recuerdas tu cometa?

-Si.

-El día que soltamos su cuerda fue uno de los días más felices de mi vida, aunque  tú  entonces  no pararas de llorar.

-Serás…


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